«Salmos, himnos y cantos espirituales» —Tercera parte—
«Debo cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento» (1 Corintios 14: 15).
Ayer estudiamos que la música que escuchamos y cantamos debe tener una teología bíblica. En la Biblia, la música de adoración siempre tenía a Dios con su centro. El cántico de Moisés decía: «Cantaré en honor del Señor, que tuvo un triunfo maravilloso al hundir en el mar caballos y jinetes» (Éxodo 15: 1); y en el libro del Apocalipsis toda la creación proclama: «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean dados la alabanza, el honor, la gloria y el poder por todos los siglos!» (5: 13). Pero ¿te imaginas una música que, en lugar de ser dirigida a Dios, sea un canto a Satanás? Por extraño que parezca, esa música ya existe.
«Hoy me apodero de lo que a mí me pertenece. Lo que me has quitado, me lo devolverás con creces. Porque Dios me hizo su hija y con los hijos de Dios nadie se mete. […] Yo te arrebato mi familia, yo te arrebato mi salud, yo te arrebato los tesoros de los cielos», estas son algunas líneas de la canción Arrebato. Nadie podrá negar que quienes escuchan esta música se sienten empoderados para conquistar el mundo, pero eso no resuelve el problema: la canción está dedicada a Satanás para hacerle saber que le vamos a arrebatar todo lo que él nos ha quitado. ¿No debería más bien nuestra adoración estar enfocada en Jesús, y que sea él, en última instancia, quien venza en nuestro favor?
Por otro lado, Dios espera que le cantemos con entendimiento. ¿Alguna vez has cantado «gran gozo hay en mi alma hoy» (himno 349) con el corazón apesadumbrado? ¿O «el sol brillante ya salió camino en su luz» (himno 47) cuando todavía está muy oscuro? Debemos ser coherentes al cantar himnos a Dios. Él conoce nuestras circunstancias y no espera que seamos falsos con él. Además, en el amplio repertorio musical de la iglesia tenemos canciones que se ajustan casi a cada circunstancia. Seamos sabios al escoger.
Repasemos los conceptos que hemos estudiado durante estos días: la música que escuchamos y cantamos debe tener un mensaje apegado a la Biblia, debe tener a Dios como centro y ser cantada con entendimiento. ¿Estás dispuesto a seguir estos consejos? Dios te ayude a adorarlo con la música.