Vale la pena
Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que lo busca. Lamentaciones 3:25.
La paciencia es algo que nos cuesta bastante practicar. Se asocia con verbos como “soportar”, “sufrir”, “probar” o “aguantar”, lo que dice mucho de nuestro concepto de esta virtud. Quizá por ello, tanto la Biblia como otros pensadores reflexivos han procurado hablarnos de lo positivo que tiene, de lo que nos aporta, de cuánto vale. De tal interés surgen algunas perlas de sabiduría que, hoy, quisiera compartir contigo.
Plutarco dijo: “Más vale paciencia que fuerza”. Es interesante que un historiador como él, que vivía en una época en que las cosas se decidían a golpe de bronce o hierro, proponga esta frase. Y es que la fuerza impone, pero la paciencia propone. Buscar soluciones a golpes es acallar los problemas, pero no lo dudes, siguen ahí y volverán de nuevo. Buscar soluciones con paciencia es dejar sin argumentos a los problemas y terminarán por desaparecer. Al elegir tus reacciones, elige paciencia. Funciona mejor.
Juan Melchor Bosco afirmó: “Más vale una hora de paciencia que un día de ayuno”. Lo curioso es que quien lo indica era alguien muy religioso que realizaba el ayuno con asiduidad. Pero prefería la paciencia. Quizá por ello destacó como uno de los mejores educadores religiosos del siglo XIX. La paciencia supera los misticismos para hacer cotidiana la fe.
Amado Nervo escribió con sabiduría: “¿Por qué aguardas con impaciencia las cosas? Si son inútiles para tu vida, inútil es también aguardarlas. Si son necesarias, ellas vendrán y vendrán a tiempo”. Era un poeta, y sabía mucho de lo superficial y de lo realmente esencial. La paciencia nos ayuda a distinguir entre ambos planos. Lo superficial tiende a diluirse, lo esencial se mantiene.
Salomón, en Proverbios 16:32, nos aclara: “Más vale paciencia que valor”. El mismo “valor” tiene menos alcance que la paciencia. ¿Paradójico? Pues no, porque lo que consideramos valiente no siempre lo es. Hay mucha osadía y arrebato enmascarados de virtud. La paciencia permanece cuando desaparece aquello que considerábamos valioso, porque tiene el tiempo de su lado.
Jeremías asegura en Lamentaciones que Dios es bueno con aquellos que lo saben esperar, que tienen la paciencia de creer en los tiempos divinos. Jeremías, un hombre que “soportó”, “sufrió”, “se sintió probado” y “aguantó” con paciencia porque amaba al Señor. Y Dios fue bueno con él. Y tú, ¿por qué no lo esperas? Vale la pena.