
“Este es el camino”
“Tus oídos lo escucharán. Detrás de ti, una voz dirá: ‘Este es el camino por el que debes ir’, ya sea a la derecha o a la izquierda” (Isa. 30:21, NTV)
Jacob Smith, un joven de tan solo quince años, se ha destacado como un talentoso esquiador libre. En esta disciplina, no existen rampas prefabricadas ni medios tubos para realizar saltos acrobáticos; solo se cuentan con las caídas libres, acantilados y rampas creadas por la propia naturaleza.
En un artículo publicado por CBS News, la periodista Sharyn Alfonsi comenta: “Debieras ver lo que [Jacob] hace, porque él no puede”. El caso de Jacob Smith es especial porque él es legalmente ciego, sufre de visión tubular severa y sus ojos no pueden percibir la profundidad. Pero a pesar de su ceguera, compite con jóvenes de su edad que tienen visión perfecta. ¿Cómo lo hace? Con la ayuda de su padre.
Jacob y su padre, Nathan, se comunican mediante una radio de dos vías. A medida que Jacob desciende por la montaña, su padre se convierte en sus ojos y lo guía por cada recodo y acantilado del camino. Cuando le preguntan a Jacob qué tanto confía en su padre, él responde: “Lo suficiente como para girar tan pronto como él me lo indica”.
Nuestra experiencia de vida guarda similitudes con la situación de Jacob Smith. Frecuentemente, las decisiones que debemos tomar se asemejan a caídas libres inesperadas o acantilados peligrosos que demandan una acción rápida, y no siempre podemos vislumbrar hacia dónde nos dirigimos. Sin embargo, al igual que Jacob, contamos con un Padre celestial que se ofrece a ser nuestros ojos cuando enfrentamos una decisión difícil, como la elección de una pareja, una carrera o un trabajo.
En el versículo de hoy, el Señor promete ser esa voz que nos indica cuál es el camino que debemos tomar. Hoy la promesa divina es para ti: “Yo te guiaré continuamente” (Isa. 58:11). Pero, así como sucede con Jacob Smith y su padre, la dirección divina necesita de nuestra obediencia para ser efectiva, como dice el apóstol: “Si hoy escuchan la voz de Dios, no sean tercos” (Heb. 3:15, TLA). Si hoy aceptamos la conducción de Dios y obedecemos sus órdenes, él será “como una luz que alumbra en la oscuridad, y guiará nuestros pasos por el camino de la paz” (Luc. 1:79).