Perdón y restauración
“Yo esperaré en el Señor; pondré mi esperanza en Dios mi salvador, porque él me escuchará” (Miqueas 7:7).
Miqueas describe un futuro alentador para Israel, con libertad, restauración, reconciliación y perdón. El profeta le pide a Dios que haga milagros con su pueblo como cuando los sacó de la esclavitud de Egipto: “Hazles ver maravillas, como en los días en que los sacaste de Egipto” (vers. 15). Gran parte del libro de Miqueas habla del cautiverio (o sea, la privación de la libertad) del pueblo de Israel, pero Dios les asegura que los liberaría con su poder.
Cuando los israelitas salieron de Egipto, los soldados del ejército egipcio los persiguieron hasta el Mar Rojo, entonces Dios intervino abriendo las aguas para que el pueblo cruzara en seco por en medio de ellas. Pero cuando los soldados intentaron cruzar, las aguas volvieron a unirse y no les permitieron seguir adelante. Así como este ejército era enemigo del pueblo de Israel, ahora su nuevo enemigo era el pecado. Del mismo modo en que Israel no pudieron liberarse de los egipcios sin la ayuda de Dios, ellos no podían despojarse del pecado con sus propias fuerzas. Lo mismo nos ocurre a nosotros hoy, necesitamos que Dios intervenga para liberarnos del pecado.
Miqueas habla con sinceridad con Dios y le pide en oración: “Arroja nuestros pecados a las profundidades del mar” (vers. 19). ¿Te diste cuenta? Así como el ejercito egipcio se hundió en el mar, Dios puede arrojar al fondo del mar cada uno de nuestros pecados y debilidades. Esta buena noticia nos da libertad y nos muestra la grandeza del perdón que Dios nos brinda.
¡Del lado de Cristo somos triunfadores! No hay nada que te impida hoy acercarte a Dios en oración para que tome tus pecados y los arroje al fondo del mar. Habla con él ahora.
