Fieles en la escuela
“Ordenó [Nabucodonosor] a Aspenaz, jefe del servicio de palacio, que de entre los israelitas de familia real y de familias distinguidas trajera jóvenes” (Daniel 1:3, 4).
Si bien Nabucodonosor se llevó los valiosos utensilios del Templo, lo más preciado que se llevó fue a las personas; más aún porque en esta deportación la mayoría eran jóvenes. A diferencia de otros reyes, el rey buscó a jóvenes de buen parecer, saludables, inteligentes y talentosos. Daniel, Ananías, Misael y Azarías tenían esas características. El rey nunca pensó en hacerlos esclavos, sino que los mandó a la universidad a estudiar durante tres años. En realidad, el rey quería prepararlos para que se convirtieran en sus representantes e influyeran en los demás judíos.
El “curso” de tres años tenía como propósito principal transformarlos de judíos en babilonios. Desde la perspectiva del rey, no era suficiente que los extranjeros estuvieran en una nueva tierra. Los trataría de una manera asombrosa. La estrategia incluía asignarles nuevos nombres, nuevas costumbres, nuevas ideas, nueva alimentación, nuevos dioses y un nuevo idioma. Así, el rey esperaba que se convirtieran en un reflejo de la realidad de Babilonia.
Tener un nuevo nombre y aprender un nuevo idioma no es ningún problema. En los otros aspectos, los jóvenes tendrían que tomar decisiones importantes si querían mantenerse fieles a Dios. Ellos fueron firmes en que, sin importar las consecuencias, iban a mantenerse fieles a Dios. Por ejemplo, además de las ciencias que aprendieron en la universidad, sus clases estaban llenas de mitos, deidades paganas, astrología y adivinación. Ellos fueron sobresalientes en sus estudios.
El nuevo conocimiento no los deslumbró. Tuvieron la capacidad de comparar todo lo que escuchaban y leían con el conocimiento de Dios que sus padres les habían enseñado desde la niñez en sus hogares.
Esta puede ser tu experiencia también. Aunque escuches o recibas conocimiento sobre temas que no estén de acuerdo con el plan de Dios, puedes ser fiel y poner a Dios por sobre todo el conocimiento.