Matutina para Menores | Lunes 15 de Mayo de 2023 | La maravillosa creación

Matutina para Menores | Lunes 15 de Mayo de 2023 | La maravillosa creación

La maravillosa creación

“Cuando miren al cielo y vean el sol, la luna, las estrellas y todos los astros, no caigan en la tentación de adorarlos, porque el Señor su Dios creó los astros para todos los pueblos del mundo” (Deuteronomio 4:19).

Contemplar con detenimiento un amanecer o un atardecer en el desierto, en la playa o en la cumbre de una montaña es un espectáculo maravilloso. Nunca nos aburriremos de admirar y aprender más sobre lo que Dios creó. Ante tal maravilla, a lo largo de historia, la humanidad ha tomado dos posturas: algunos se asombran tanto que deciden adorar lo creado; y otros adoran al Creador. El apóstol Pablo escribió acerca de la raíz del mal. Para él, el origen es no reconocer al Creador. “En lugar de la verdad de Dios, han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por siempre” (Rom. 1:25).

El capítulo 4 de Deuteronomio nos recuerda cuán importante es obedecer el segundo mandamiento. Dios fue enfático, y le advertía al pueblo lo que muy pronto iban a mirar: el estilo de vida de los cananeos. La costumbre de adorar al sol, la luna y las estrellas se mantuvo por siglos en diferentes civilizaciones.

Sin duda, se considera al sol la corona de las estrellas. Como tal, los científicos no dejan de esforzarse por averiguar cómo es en realidad y de acercarse mediante artefactos que inventan. Lo más cerca que la ciencia ha podido acercarse es a seis millones de kilómetros, mediante una sonda. Para proteger la sonda del intenso calor se usó un escudo de carbono capaz de soportar hasta 1.371° C, y la radiación que sale de la superficie de la estrella.

Ante la grandeza de la naturaleza, hacemos bien en acompañar al salmista cuando pronunció: “Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste, y la luna y las estrellas que pusiste en él, pienso: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él?” (Sal. 8:3, 4).

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