Salvación en el desierto
“Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en el asta de una bandera, y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y se salvaba” (Números 21:9).
El cordero es el símbolo más apropiado de Jesús, pero en esta ocasión fue representado por una serpiente. La única forma de salvarse del veneno mortal era mirar con fe a la serpiente de bronce que estaba sobre un poste en un lugar visible. La persona tenía que obedecer de inmediato. No había tiempo que perder. Además, la persona mordida era la única que debía mirar, no podía enviar a otro a mirar por él.
En la Biblia encontramos que la serpiente casi siempre representa a Satanás. ¿Por qué representar a Jesús así? Porque en la cruz tomó nuestros pecados. Murió separado de su Padre y del Espíritu Santo. Experimentó una muerte sin esperanza, no por sus errores, sino por los nuestros. En cuanto a esto, Pablo expresó: “Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo hizo pecado” (2 Cor. 5:21).
Las serpientes del desierto representaban a Satanás, el veneno representaba el pecado y la serpiente de bronce sobre el asta, a Jesús en la cruz. La única manera de ser salvos es aceptar el gran amor de Dios en Cristo. El profeta Isaías afirmó: “Pongan sus ojos en mí todos los términos de la tierra, y reciban salvación, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isa. 45:22). En su conversación nocturna con Nicodemo, Jesús se identificó con la experiencia de Israel en el desierto y específicamente como quien tomaría el lugar de la serpiente en la cruz: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15). Así como Moisés le dijo a la gente, hoy Jesús nos dice a nosotros que debemos mirarlo con fe.
Está es una experiencia personal. Ni tus familiares ni tus amigos pueden mirar por ti. Míralo hoy por fe y tendrás la seguridad de la salvación.
