Dios es vindicado
“Los filisteos lo agarraron y le sacaron los ojos, y se lo llevaron a Gaza, en donde lo sujetaron con cadenas de bronce y lo pusieron a trabajar en el molino de la cárcel. Sin embargo, su cabello empezó a crecerle de nuevo” (Jueces 16:21, 22).
Sansón despreció su pacto de consagración con Dios y el origen del secreto de su fuerza. Fue usado por Dalila, pues a ella le gustaba el dinero y le pareció atractiva la oferta de los filisteos de darle mucho si lograba conocer el secreto de su fuerza. Sansón terminó como esclavo cuando estaba destinado a ser un príncipe. Después de ser tomado como prisionero, se le asignó una humillante actividad reservada para los animales; ciego y desnudo fue obligado a trabajar en el molino. En lugar de que Israel glorificara a Dios por su liberación, los filisteos celebraron a su dios Dagón (vers. 23, 24) por la captura de Sansón. Además, lo usaron como bufón para complacer a la corte real.
En medio del caos y las tinieblas que rodeaban a Sansón, de forma maravillosa, la Biblia dice que: “su cabello empezó a crecerle”. La fuente de su fuerza era el Espíritu Santo. Su cabellera solo era una evidencia externa del poder de Dios en su interior. Por lo tanto, leer que su cabellera creció significa que Dios no lo abandonó, sino que le dio una última oportunidad, aunque le costara la vida. Sansón oró con sus manos apoyadas sobre las columnas principales; y como resultado, ese día murieron más filisteos de los que habían muerto por los esporádicos ataques de Sansón durante toda su vida (vers. 27-30).
El enemigo quiere arruinar tu futuro, quiere humillarte tanto como a Sansón. Sin embargo, puedes evitarlo si sigues las indicaciones divinas. Y recuerda la historia de Sansón: nunca es tarde para clamar a Dios. Él promete perdonar y cambiar el rumbo de tus decisiones. No esperes llegar a la misma situación de Sansón. En su caso, muchas veces él fue el principal obstáculo para que los planes de Dios se cumplieran en su vida.
Nosotros también a veces limitamos el poder de Dios y complicamos sus propósitos. Confía en Dios y depende de él para que sus planes se hagan realidad en ti.
