Roboam
“Ellos le dijeron: ‘Si hoy te pones al servicio de este pueblo y les respondes con buenas palabras, ellos te servirán siempre’ ” (1 Reyes 12:7).
Roboam fue el hijo de Salomón, que reinó después de él. Comenzó a reinar cuando tenía 41 años. En total reinó por 17 años. La madre de Roboam se llamó Naama y era amonita. Como consecuencia de la idolatría de Salomón, Dios anticipó que la nación se dividiría en dos reinos: el reino del norte, también conocido como Israel, compuesto por diez tribus; y el reino del sur, conocido como Judá y compuesto por dos tribus.
A pesar de la advertencia divina, Roboam fue a Siquem con la esperanza de unificar el reino y gobernar sobre las doce tribus. La gente del norte le puso una condición: que les quitara los pesados impuestos que tenían que pagar. Salomón había puesto esa pesada carga. Roboam se tomó su tiempo para decidir. Mientras tanto, consultó a gente anciana (personas que habían trabajado con Salomón) y también le consultó a jóvenes, amigos de él. El primer grupo le dio la mejor respuesta: le dijeron que no solo tenía que bajar los impuestos, sino también demostrar un espíritu de servicio hacia el pueblo y hablarles con gracia. Sus amigos le dieron un consejo opuesto. Finalmente, Roboam decidió seguir el consejo de sus amigos, y tres días después presentó su respuesta.
La actitud de Roboam nos recuerda que muchas veces sabemos cuál es la mejor decisión, qué es lo que Dios quiere que hagamos, pero para justificar lo que realmente queremos hacer, buscamos consejo en algún amigo o familiar que nos diga lo que queremos escuchar. Roboam, como su padre, quería ser una celebridad. Quería aumentar aún más la riqueza. Lo que menos quería hacer era servir al pueblo. Su actitud egoísta marcó la división del reino.
No sigas el ejemplo de Roboam. Sigue mejor el consejo de los ancianos. Nunca olvides la clave para tener buenas relaciones con las personas: “Servicio y palabras amables”.
Increible pero porque la de menores no tiene audio