Bendición tras bendición
“Dios, que los sacó de Egipto, es para ellos lo que son para el búfalo sus cuernos” (Números 23:23).
Israel acampaba en orden, sin sospechar las intenciones del rey Balac de maldecirlos. Balac y Balaam habían estado negociando cómo lograr que el pueblo fracasara, e impedir su avance. La experiencia de Israel nos muestra que Dios nos libra tanto de las situaciones que conocemos, como de las que ni siquiera nos damos cuenta.
Cuando Balaam llegó a la cumbre de la montaña, lo único que salió de su boca fueron bendiciones. Así, Dios cumplió el pacto que había hecho con Abraham. Primero, Israel ya era tan numeroso como las estrellas (vers. 10); además, Dios iba a maldecir a todo el que se atreviera a maldecir a su pueblo (Gén. 13:16; 12:3).
La maravillosa lección que aprendemos aquí es que cuando hacemos un pacto con Dios, él mismo nos cuida de quienes desean dañarnos. Eso dijo Balaam: “Contra Jacob no valen maleficios; contra Israel no sirven brujerías. Ahora es preciso decir a Israel: ‘¡Cuántas maravillas ha hecho Dios contigo!’ ” (Núm. 23:23). Esta promesa sigue vigente para ti. En este versículo tu nombre ocupa el lugar de “Jacob”, así que puedes vivir sin temor.
Balaam pronunció cuatro poesías sobre Israel. En ellas exaltó el orden, como un ejército; la belleza, como plantas junto al río; y la fuerza, como la de un búfalo. Piensa por un momento en los búfalos. Miden tres metros de largo y pesan una tonelada. Los machos tienen cuernos que miden un metro y medio de largo. Además, son solidarios: se asocian para protegerse de animales como los leones. Israel, como búfalos, usarían sus cuernos para conquistar Canaán (Deut. 33:17).
Lo más importante es que los cuernos representaban la presencia de Dios entre ellos para permitirles la conquista. “Dios, que los sacó de Egipto, es para ellos lo que son para el búfalo sus cuernos” (Núm. 23:22). ¡Dios desea fortalecernos como un búfalo! ¿Te gustaría ser fuerte como un búfalo?