¿Qué tienes en tu casa?
“Después fue ella y se lo contó al profeta, y este le dijo: ‘Ve ahora a vender el aceite, y paga tu deuda. Con el resto podrán vivir tú y tus hijos’ ” (2 Reyes 4:7).
La crisis llegó al hogar de una mujer que acababa de enviudar. Estaba preocupada porque había deudas por pagar; y con el paso de los días, las cuentas aumentaban. De acuerdo a la ley hebrea, el acreedor podía tomar al deudor como su siervo (en este caso a los dos hijos de la mujer). Si pasaba eso, la mujer iba a quedarse sola.
Ella pidió la ayuda del profeta Eliseo, quien la desafió con una pregunta: ¿Qué tienes en tu casa? Lo primero que vino a la mente de la mujer fue decir, no tengo nada (vers. 2). Y realmente no tenía nada valioso. Pero luego recordó: Tengo un jarrito de aceite. Eso era suficiente para que Dios se manifestara a su favor. Muchas veces, Dios animó a personajes bíblicos usando cualquier cosa, por insignificante que pareciera. Moisés tenía una vara; David, una honda; los discípulos, unas viejas redes de pescar; y el propio Jesús llegó a tener en sus manos la comida que le compartió un muchacho. En cada caso se efectuó un milagro: se abrió el mar Rojo; cayó un gigante; pescaron 153 peces y comieron más de cinco mil personas.
La orden del profeta fue sencilla: ella tenía que pedir prestadas vasijas vacías, todas las que pudiera. En esa época de escasez, la gente tenía muchos recipientes vacíos. Entonces, la mujer y sus hijos empezaron a llenar cada vasija con el poco aceite que tenían. ¡Y Dios hizo un milagro increíble! Con el jarrito de aceite que tenían llenaron todas las vasijas vacías. Por supuesto, con el dinero que ganaron vendiendo el aceite, la viuda pagó sus deudas y le sobró dinero para vivir por un tiempo.
El milagro nos recuerda que Dios cubre nuestras necesidades por grandes que sean. Hoy Dios te pregunta: ¿Qué tienes en tu casa, en tu mano, en tu mente? Quizá te parece muy poquito, pero con la bendición de Dios puede ser un montón. Si confías en Dios y lo obedeces, él siempre te dará lo que necesitas, ¡y más!