Matutina para Mujeres | Domingo 04 de Junio de 2023 | El miedo a los gobernantes

El miedo a los gobernantes

Por miedo a Mardoqueo, todas las autoridades ayudaron a los judíos. Ester 9:3, TLA.

Supongamos que los judíos, en su terror al edicto de muerte, hubiesen ignorado el segundo decreto en el que se les daba permiso para defender sus vidas a través del contraataque. La noticia parecía demasiado buena para ser cierta, pero la fe jugó un papel importante. Cuando los judíos vieron que los príncipes de las provincias estaban apoyando el segundo decreto, su corazón se llenó de felicidad. Para entonces, Mardoqueo ya era el primer ministro del reino, amado por judíos y no judíos. El miedo que antes sentían los judíos ahora fue experimentado por los gobernantes de las 127 provincias. En días de crisis, dificultad o angustia, lee el libro de Ester. De la manera en que Dios cuidó de ellos, también cuidará de ti.

Aquel día murieron 75.000 personas que venían a exterminar a los judíos. Así se estableció la fecha más reconocida y celebrada por el pueblo hebreo hasta el día de hoy, la fiesta del Purim, como recordatorio para las generaciones futuras de cómo Dios liberó a su pueblo en tiempo de angustia. Esta fiesta de dos días celebra la fecha en que la tristeza se convirtió en alegría. Se lee el libro de Ester, y cada vez que se pronuncia el nombre de Amán, cada uno profiere maldiciones.

Los momentos penosos que vivió el pueblo de Dios en tiempos de Ester no caracterizan solo a esa época. […] El mismo espíritu que en siglos pasados indujo a los hombres a perseguir la iglesia verdadera, los inducirá en el futuro a seguir una conducta similar para con aquellos que se mantienen leales a Dios. […] El decreto que se promulgará finalmente contra el pueblo remanente de Dios será muy semejante al que promulgó Asuero contra los judíos. Hoy los enemigos de la verdadera iglesia ven en el pequeño grupo que observa el mandamiento del sábado, un Mardoqueo a la puerta. La reverencia que el pueblo de Dios manifiesta hacia su ley, es una reprensión constante para aquellos que han desechado el temor del Señor y pisotean su sábado. […] En este campo de batalla se peleará el último gran conflicto en la controversia entre la verdad y el error. Y no se nos deja en la duda en cuanto al resultado. Hoy, como en los días de Ester y Mardoqueo, el Señor vindicará su verdad y a su pueblo (PR, pp. 443-445).

Confía en la promesa de vindicación, y saborea por adelantado la victoria.

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