
«Una esposa que busca pleitos es tan molesta
como una gotera continua en un día de lluvia» (Proverbios 27:15).
En el tiempo en que el rey Salomón escribió los proverbios, las casas en las que habitaban la mayoría de las personas estaban hechas de adobe con tablas de madera en los techos, recubiertos con una mezcla de barro. Cuando llovía, era común que el agua se filtrara hacia el interior de las casas bajo la forma de goteras.
No fue hasta hace unos meses que comprendí la comparación de lo que Salomón quiso decir cuando una noche el cielo comenzó a gotear. Al principio, no hicimos caso del constante goteo, pero después de unos minutos, no podíamos conciliar el sueño pues el sonido que causaba el choque de la gota contra el suelo era en verdad molesto. «¡Vaya!», pensé, «ahora comprendo qué es ser una esposa ‘gotera’ «.
¿Soy yo una esposa gotera? Quizás, en algún momento, lo hemos sido. Por ejemplo, cuando hacemos constantes reclamos, cuando esperamos que papá llegue para acusar a los niños en lugar de haberles aplicado su debido castigo, cuando exigimos a nuestro esposo más de lo que puede darnos en asuntos materiales, cuando estamos a menudo de mal humor o cuando estamos constantemente señalando sus errores. Y podríamos agregar cuando somos la fuente de malos entendidos y problemas con la familia y la iglesia.
Ante tales circunstancias, debemos recurrir a los maravillosos consejos de las Sagradas Escrituras respecto a nuestro desempeño como esposas. Claro que hay consejos también para los esposos, pero no es el tema que nos ocupa hoy. Veamos algunos: «Esa mujer le hace bien y no mal, todos los días de su vida» (Proverbios
31:12). «El hombre que halla esposa encuentra un tesoro, y recibe el favor del Señor» (Proverbios 18:22). «Ustedes, las casadas, honren a sus propios esposos, como honran al Señor» (Efesios 5:22, BLPH).
Querida amiga, no sé qué problema se ha convertido en una molesta gotera en tu hogar, pero la buena noticia es que Jesús puede reparar esa brecha por donde se han filtrado discordias y sentimientos negativos hacia el esposo, hijos, amigos o compañeros de trabajo. Él puede hacer fluir de tu persona una persona conforme al corazón de Dios. No olvides que el matrimonio es una institución de origen divino y es tan sagrado como lo es el día sábado. Por lo tanto, debemos mantener en nuestros hogares la santidad del matrimonio.

