Vales más que muchos pajaritos
Así que no tengan miedo, ustedes valen más que muchos pajaritos. Mateo 10:31, PDT.
Un pajarito venía a mi ventana y daba picotazos a su imagen en el vidrio. Intentábamos ayudarlo, pero huía. Creía que su imagen era un enemigo y defendía su territorio. ¡Cuántas veces Dios intenta salvarnos de nosotras mismas! Un día encontré el gorrión muerto al pie de la ventana.
Jesús dijo que cuidaba aun de los pequeños pájaros. La palabra griega para pájaros es strouthíon, cuyo diminutivo es stróuthos, traducido como gorrión. Los gorriones son pájaros pequeños, de ínfimo valor, y eran vendidos como alimento para pobres. Dos gorriones valían una moneda de cobre, la de menor valor durante el Imperio Romano (ver 5CBA, p. 368). Si tal avecilla no es olvidada por Dios; si el Señor no pasa por alto sus heridas ni su muerte, ¡cuánto más valor y estima tiene Dios por ti! ¡Cuánto más le dolerán las heridas que te causas o que otros te causan!
Jesús trajo la tierna imagen del cuidado divino hacia los pájaros en medio de un sermón sobre la misión de testificar. Mi esposo ama los pájaros, les tiene comederos en cada árbol, un bebedero de agua en el patio y un bebedero especial para los colibríes. En primavera, centenares de pájaros nos visitan. Mi esposo dice de sí mismo que es un “colaborador con Dios”.
Otra imagen del cuidado de Dios es que nuestros “cabellos están todos contados” (Mat. 10:30). Crecimos en una cultura de preocupación, pero ni siquiera la persona con menos cabello se preocupa por contar los que le quedan. Pero Dios sí. ¿Qué más necesitas para entender que Dios cuida de ti?
Dios se inclina desde su trono para oír el clamor de los oprimidos. A toda oración sincera, él contesta: “Aquí estoy”. Levanta al angustiado y pisoteado. En todas nuestras aflicciones, él es afligido. En cada tentación y prueba, el ángel de su presencia está cerca para librarnos.
Ni siquiera un gorrión cae al suelo sin que lo note el Padre. […] Es sólo a través del cuidado protector de Dios que los pájaros son preservados para alegrarnos con sus cantos de gozo. Pero él no se olvida ni aun de los gorriones. “Así que, no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones” (DTG, p. 323).
¡Sal a compartir su amor y su pronto regreso, confiada en su promesa!