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«Nunca nadie se entregó tanto a hacer lo que es malo a los ojos del Señor como Acab, bajo la influencia de su esposa Jezabel» (1 Reyes 21:25).
Como mujeres, tenemos en nuestras manos un gran poder de persuasión sobre nuestros esposos. Las palabras que pronunciamos tienen un efecto trascendente en las decisiones que ellos toman y, por lo tanto, nuestras palabras deben llevar consejos de vida y no de muerte. Nuestros pensamientos expresados son como semillas que siempre caen en tierra fértil: el corazón de nuestro esposo. Y, sean buenas o malas, indudablemente habrá una cosecha.
Jezabel es la máxima representante del modelo de esposa que no deberíamos imitar. Al ser la esposa del rey, ella lo aconsejaba respecto a asuntos personales como políticos. Inclusive se convirtió en una asesina despiadada con el fin de cumplir los deseos caprichosos de su marido (1 Reyes 21).
Como esposas de ministros, sean pastores o dirigentes de iglesia, la responsabilidad de dar sabios consejos a nuestros esposos, se convierte en una tarea aún mayor. Como líderes al frente de una parte asignada del pueblo de Dios, no pueden permitirse tomar decisiones apresuradas y erradas que, en lugar de beneficiar y edificar a la iglesia, la denigren, separen y lleven a la ruina. El Espíritu de profecía nos da luz al respecto:
«La esposa de un ministro del evangelio puede ser una gran auxiliadora y bendición para su esposo, o un estorbo para él en su trabajo. Depende mucho de la esposa que el ministro se eleve día a día en su esfera de utilidad, o que se hunda al nivel ordinario. Vi que las esposas de los ministros deben ayudar a sus esposos en sus labores y cuidar muchísimo la influencia que ejercen. […] Una esposa no santificada es la mayor maldición que pueda tener un ministro. Satanás está obrando siempre para desalentar y extraviar a los ministros escogidos por Dios para predicar la verdad. La manera más eficaz en que pueda actuar es mediante las influencias del hogar, mediante compañeras que no están consagradas. Satanás ha tenido mucho que ver con el control de las labores de los ministros mediante la influencia de sus compañeras egoístas y amantes de la comodidad».
Querida amiga, independientemente de la profesión que ejerza tu esposo, proponte ser la mayor bendición para tu hogar y la mejor consejera para él. Dios nos ayude en tan grande tarea.
