Matutina para Mujeres, Jueves 03 de Junio de 2021

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No desperdicies el agua de tu pozo

“Calma tu sed con el agua que brota de tu propio pozo. No derrames el agua de tu manantial; no la desperdicies derramándola por la calle” (Prov. 5:15, 16).

Agobiada, tratando de justificar su conducta, retorciendo sus dedos y con un sentido de culpabilidad que la desbordaba, estaba sentada frente a mí. La escuché en silencio y solo pude ofrecer mi empatía fren­te a su dolor y su angustia. Se pasó la mano por la frente, como tratando de olvidar las circunstancias que la llevaron a tener una aventura extramarital. En algún momento dejó de estar alerta, presionada por las dificultades que enfrentaba en su relación matrimonial. 

El adulterio, contrariamente a lo que muchos piensan, es también un pe­cado en el que caen las mujeres; y sus resultados son igual de devastadores, o incluso más, que el adulterio masculino. Los expertos en relaciones de pareja afirman que lo que busca una mujer en una relación extramarital es básicamen­te la intimidad y el amor que no encuentran en su esposo. 

El corazón de una mujer anhela amar y sentirse amado. Si esta necesidad es desatendida por su marido, ella puede sentirse vulnerable. Resultaría caó­tico que buscara satisfacción de esta necesidad en otra persona; eso siempre es un error. 

Mujer casada, si tu relación matrimonial se ha vuelto fría, no uses esto co­mo excusa para divagar en fantasías románticas con alguien que no es tu esposo. Tampoco te escudes en eso para aceptar galanteos de otros varones; lo que co­secharás finalmente será una conciencia culpable, además de dolor emocional y rechazo social. Sé honesta; si tu matrimonio ha perdido romanticismo, reclámalo a tu esposo, y toma en cuenta que tú eres la otra parte, por lo que deben recuperarlo juntos. Cuida tu corazón y pon límites a tus pensamien­tos; no juegues con la tentación pensando que es algo trivial y sin importan­cia. Puede ser que, sin darte cuenta, estés cavando la tumba de tu dignidad personal y el final de tu matrimonio. 

El proverbista dice: “Calma tu sed con el agua que brota de tu propio pozo” (Prov. 5:15). Es en tu matrimonio donde puedes, en libertad, pedir y dar amor. Vive fiel a tus convicciones y a los votos matrimoniales que nacieron de tu corazón enamorado el día de tu boda. No permitas que tus defensas espi­rituales se desgasten en el trajín de la vida. Dios conoce tu corazón y, cuando te sientas débil, estará allí para ser tu escudo y tu fortaleza.

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