Gusanos
Aunque seas un humilde gusano, oh Jacob, no tengas miedo, pueblo de Israel, porque yo te ayudaré. Yo soy el Señor, tu Redentor. Yo soy el Santo de Israel. Isaías 41:14, NTV.
¿Te alegrarías si te llamaran gusano? Supongo que habrás respondido que no, pero tal vez cambies de opinión después de haber leído el devocional de hoy.
Los gusanos tienen grandes lecciones que enseñarnos. Por ejemplo, la hembra del gusano conocido como coccus ilicis, cuando está lista para traer sus crías, se adhiere al tronco de un árbol para proteger los huevos depositados debajo de ella hasta que las larvas sean capaces de comenzar su propio ciclo de vida. Cuando las larvas muestran independencia, la mamá gusano muere mientras derrama un líquido rojo en todo su cuerpo y alrededor. En la antigüedad, ese líquido era extraído para fabricar los famosos tintes de escarlata y carmesí tan preciados en la época del profeta Isaías, por eso la palabra hebrea para gusano puede ser traducida como “escarlata” o “carmesí”. Es posible que David usara esta metáfora cuando escribió el Salmo Mesiánico, describiendo el sufrimiento y la muerte de Jesús: “Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de hombres, y despreciado del pueblo” (Sal. 22:6), Aunque infinitamente imperfecta, a causa de su abnegación, esta imagen del gusano muriendo para dar vida recuerda la sangre derramada de Jesús en el madero para que tuviéramos acceso a la vida eterna.6
Algunas especies de gusanos son muy útiles para el ser humano. Uno de los más comunes es el que se usa en la fabricación de la seda. Se dice que se descubrió tal uso un día que la emperatriz china Xi Ling-Shi tomaba su té en el jardín. Cuando un gusano cayó en su taza, al intentar sacarlo se deshilachó. Ella era tejedora, y decidió tejer con él, dando origen a la tela más apreciada del mundo. Otras referencias bíblicas al gusano no son muy agradables: Bildad lo compara con el hombre frente a Dios (Job 25:6), y para describir la corrupción (Job 17:14); un gusano comió la calabacera que daba sombra a Jonás (Jon. 4:7); el maná recogido por los desobedientes crió gusanos (Éxo. 16:20); los gusanos se comieron los viñedos de los impíos (Deut. 28:39); y no se morirán en los cuerpos de los impíos (Isa. 66:24; Mar. 9:44; Job 21:26).
Isaías le recuerda a Judá y a ti también que, aunque seas tan insignificante como un gusano, Dios puede transformarte, porque es Señor, Santo y Redentor.
6 Henry Morris, Base bíblica para la ciencia moderna (Grand Rapids, Michigan: Baker Book House, 1985), p. 73.