Matutina para Mujeres | Lunes 30 de junio de 2025 | Los malos hábitos sí se heredan

Matutina para Mujeres | Lunes 30 de junio de 2025 | Los malos hábitos sí se heredan

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Matutina para Mujeres

«Siguió los pasos de los reyes de Israel y de la descendencia de Ahab, pues su mujer era de la descendencia de Ahab; así que sus hechos fueron malos a los ojos del Señor» (2 Reyes 8:18).

Las niñas crecieron viendo a su madre adorar ídolos, hacer sacrificios abominables y mancharse las manos asesinando inocentes. La escucharon hablar de sus planes malévolos para lograr sus sucios objetivos y la oyeron reír desde su cuarto tras haber tenido éxito en sus fechorías. Por otra parte, la figura paterna no era diferente y apoyaba las bajezas de su mujer. Así es como imagino la infancia de las hijas de Jezabel, quienes aprendieron de su madre que la maldad era natural y que podían ejercer su poder para hacer cumplir su voluntad. Los hechos lo demuestran, tal como se lee en el texto de hoy, pues Joram, hijo de Jezabel, hizo lo malo ante los ojos de Jehová al casarse con una hija de Acab. Más adelante, en el versículo 27, encontramos que Ocozías, el hijo de Atalía, también hizo lo malo ante los ojos del Señor y también fue yerno de Acab. Las costumbres heredadas y aprendidas en la infancia tienen un fuerte impacto en la vida adulta.

Aunque no es una regla que de padres buenos, salgan hijos buenos ni de padres malos, hijos malos; es un hecho innegable que los hijos criados lejos de los principios divinos indiscutiblemente tendrán corazones inclinados al mal.

Como hijas que somos, pensemos en qué tendencias heredadas de nuestros padres aún seguimos

cultivando. ¿Hay algo que debes cambiar? Como cristianas, no tenemos excusa para seguir siendo esclavas de malas costumbres aprendidas en la infancia.

«Los ángeles están siempre presentes donde más se los necesita. Están junto a los que deben librar las batallas más recias, junto a los que tienen que luchar contra las inclinaciones y tendencias hereditarias, junto a los seres cuyos hogares son de mal ambiente».

Quienes han sido llamadas a ser madres tienen en sus manos la gran responsabilidad de educar a sus hijos ya que son quienes pasan más tiempo con ellos. Las madres cristianas deberían imitar a Cristo para que sus hijos, al imitarlas a ellas, lleguen a reflejar el carácter del Cielo y ser una bendición para la sociedad. La buena noticia es que todo el Cielo está dispuesto a ayudar si nosotras estamos dispuestas a cambiar.

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