
Moscas importunas
“Los perversos huyen aun cuando nadie los persigue, pero los justos son tan valientes como el león” (Proverbios 28:1).
Aristón de Chíos, un filósofo en Atenas, cayó en la extraña manía de creer que una mosca se colocaba en su nariz para importunarlo. Sin importar cuantas veces espantara la mosca imaginaria, esta siempre regresaba para distraerlo de sus lecturas y estudios. El filósofo había acudido a los médicos más famosos de Atenas, pero ninguno supo como curarlo de este problema psicológico y convencerlo de que esta mosca imaginaria no existía. Un amigo de Aristón, le rogó a Agnodice que lo ayude a curarlo. Ella era una médica que comenzaba a trabajar en un mundo donde solo los hombres ejercían la medicina. Al llegar a la casa del filósofo, este le preguntó a la médica:
–¿Qué ves sobre mi nariz?
Sagazmente, ella decidió seguirle la corriente al enfermo y respondió:
–Veo una mosca.
El filósofo continuó conversando acerca de la mosca y la médica lo escuchó atentamente, ganándose así la confianza de Aristón. Después de unos días, ella anunció que era hora de librarse para siempre de aquella mosca. Sacó de un pequeño cuchillo y lo pasó ligeramente por la nariz del desafortunado. Al instante, le enseñó una mosca muerta que llevaba escondida entre los dedos.
–¡Aquí está! –dijo el filósofo al verla–. Esta es la mosca que me molestaba.
Y así Agnodice logró deshacerse de la mosca imaginaria que molestaba al filósofo.
En ocasiones, las preocupaciones que se vuelven problemas son producidas por motivos que, en realidad, no existen. Tal como el filósofo, pensamos que son reales y estorban nuestra vida de manera que descuidamos lo que sí es real, por ejemplo, nuestra persona, nuestra familia, nuestro trabajo. Esas moscas importunas que dejamos que vuelen en nuestra mente, son capaces de destruir relaciones interpersonales. Crear situaciones que no tienen fundamento suele confundirse con lo que las damas aseguramos tener: el sexto sentido. Es un peligro dejarnos llevar por él, pues aun cuando ciertas circunstancias suceden como pensamos, es necesario saber que no siempre es así.
Querida amiga, nos evitaríamos muchos males innecesarios si dejamos que, en lugar de moscas, sea el Espíritu Santo quien vuele en nuestra mente. Démosle a él todo el espacio de manera que no quede lugar para desarrollar pensamientos engañosos que, poco a poco, destruyen. Si hay pensamientos que te perturban, ve al gran Médico Jesús, ya que él tiene el remedio indicado para ti, te hará vivir tranquila como un león