
«Para defender a los que temen al Señor,
su ángel acampa alrededor de ellos» (Salmos 34:7, RVC).
Jorge y Luis llegaron aquella noche a su lugar de trabajo como todos los días. Ellos eran actores de una conocida televisora mexicana. Habían aprendido el guión que debían grabar sobre el puente y se dispusieron a comenzar la grabación. El director dio la señal para comenzar y la cinta corrió. Jorge y Luis caminaron sobre el puente en una escena de bajo riesgo. Sin embargo, por alguna razón, explican sus compañeros de grabación, Luis tropezó o resbaló. Guíado por su instinto de supervivencia, se aferró a Jorge jalándolo hacia el vacío de cinco metros. Ambos murieron. «No había un cerco de protección en el puente», afirman los testigos.
¿Cuán importante es que tengamos un cerco protector en nuestras vidas? Tan importante como lo era para
la escena de Jorge y Luis. En nuestro andar cristiano constantemente el enemigo está poniendo pruebas en el camino para que tropecemos y caigamos. A medida que se acerca la venida del Señor, Satanás redobla esfuerzos para que los que han sido redimidos en la cruz, pierdan su derecho de entrada al Cielo. Al respecto, escribe Elena de White: «Pero si hacemos todo lo que podemos de nuestra parte con el fin de estar listos para el conflicto que nos espera, Dios hará su parte y su brazo todopoderoso nos protegerá. Él enviaría lo más pronto posible a todos los ángeles de la gloria para socorrer a las almas fieles, para poner una valla alrededor de ellas, antes que sean engañadas y extraviadas por medio de los prodigios mentirosos de Satanás».
Eso es todo lo que necesitamos en la vida diaria: la compañía del ángel del Señor. La presencia de Dios es para el cristiano un cerco protector que no permitirá que caigamos al vacío del pecado donde solo hay dolor y muerte. Las consecuencias de no poner un cerco espiritual en nuestra vida son desastrosas; y al igual que Jorge, no caemos solos. El pecado arrastra al sufrimiento a los más cercanos. Toda la familia sufre las consecuencias de la mala decisión de uno de sus integrantes.
La buena noticia es que solo basta con pedirlo cada mañana, cada instante y Dios enviará a sus ángeles para hacer un cerco protector y preservar nuestra vida en medio de la tentación y la prueba. Podemos resbalar, más no caeremos al vacío.

