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«¿Puedes dirigir las constelaciones a través de las estaciones del año o guiar a la Osa con sus cachorros a través del cielo?» (Job 38:32).
En una famosa revista se ofrece, en ostentosa oferta, un legendario reloj inspirado en la historia de un gran hombre. Hace 500 años, cuando las embarcaciones emprendían viajes para descubrir nuevos mundos, el personaje más importante de cada navío era el que sabía medir el tiempo y la duración del viaje. Se les llegó a conocer como los «guardianes del tiempo». Gulliver se destacó entre los más reconocidos, convirtiéndose en un amuleto para los marineros, según cuenta la leyenda. Se creía que cualquier barco que Gulliver llevara
realizaría su viaje con éxito y regresaría a tiempo al puerto. A esos marineros se les atribuye la creación de los primeros relojes.
Años más tarde, durante la Edad de las luces, surgió un grupo llamado «enciclopedistas». Estaba formado por pensadores radicales que tenían una actitud crítica hacia la ortodoxia de la religión. Eran escépticos a los milagros y veían a Dios como un mecánico del universo, es decir, una especie de relojero cósmico. Los enciclopedistas tenían la certeza de que Dios había construido el mundo, le había puesto leyes para regirse y
se había marchado. Por tal motivo, la única manera de conocer los planes de Dios era por medio de la ciencia y la religión no era necesaria.
No. Dios es más que un relojero cósmico. Él hizo el mundo y puso leyes cósmicas que la rigen. En Job 38 podemos espaciarnos en su infinito poder. Dios no abandonó a su creación como pensaba aquel grupo de hombres en la Edad de las luces. Dios, como capitán de nuestra embarcación, habrá de llevarnos al puerto seguro. No es un amuleto como Gulliver, es nuestro soberano Guía y Redentor. Es el creador del tiempo y actúa según el tiempo de su infalible sabiduría.
Somos testigos, y la historia lo confirma, de que su Palabra se ha cumplido en el tiempo estipulado años atrás en las profecías. Eso debe darnos la certeza de que su venida es inminente. ¿Crees que Dios demora? No. Él nunca llega tarde. Si hace salir el sol, la luna y las estrellas a su tiempo, a su tiempo también responderá tu oración, tu pedido, tu deseo. La buena noticia es que eres una pieza única de su creación; por ningún motivo pienses que te ha abandonado.

