Yare’
Cuando Jehová hizo un pacto con ellos, les mandó: “No temeréis a otros dioses ni los adoraréis, ni los serviréis, ni les haréis sacrificios”. 2 Reyes 17:35, RV95.
La raíz hebrea yare’ se encuentra 314 veces en el Antiguo Testamento. Su significado incluye varios verbos: temer, reverenciar, honrar, respetar, obedecer, admirar, alabar, venerar, servir, adorar, rendir culto. Como adjetivo significa: maravilloso, temible, majestuoso, tremendo, asombroso, formidable, espantoso y estupendo. Yare’ se usa para referirse a Dios, y a seres o a circunstancias santas.
Cuando yare’ se traduce como “reverencia”, es en relación con el Santuario (Lev. 19:30), el día de reposo (Lev. 26:2) y Dios (Sal. 89:7). Traducido como “temible” también es relacionado con el nombre de Dios: “fuerte, grande y temible” (Neh. 1:5). Traducido como “terrible”, se refiere a Dios: “En Dios hay una majestad terrible” (Job 37:22). Como “asombroso”: “¡Cuán asombrosas son tus obras!” (Sal. 66:3). Cuando se traduce como “formidables” o “estupendas”, se refiere a las obras de Dios: “Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres” (Sal. 145:6).
¿Cómo no entendieron los israelitas el pedido de Dios? A juzgar por el original hebreo, lo que la Palabra inspirada dice es: No consideres a nadie terrible sino a Dios; solo las obras de Dios son maravillosas; solo Dios es temible, su majestad es terrible; solo él es tremendo, asombroso, formidable y admirable. El pedido divino de no temer a otros dioses debería ser suficiente, pero Dios recalcó: “No temeréis a otros dioses ni los adoraréis, ni los serviréis, ni les haréis sacrificios” (2 Rey. 17:35).
La palabra hebrea para dioses en este versículo es Elohim, y se usa para gobernador, juez, seres divinos, ángeles, Dios, dioses. Elohim aparece 2606 veces en la Biblia: 2346 en singular, como un nombre masculino que puede traducirse “Dios”. No hemos de temer ni adorar, servir o sacrificar a otro que no sea el juez eterno, nuestro Elohim.
Entender es más fácil que poner en práctica, pero si determinas honrarlo solo a él y servirle, Dios hace el resto. En mi trabajo estaban incómodos por mi renuencia a trabajar en sábado. Respondí que prescindieran de mis servicios si causaba inconformidad.
—Temo a Dios antes que a los hombres, pero le conviene una persona fiel a Dios porque será fiel a usted —informé al jefe.
Me observó por unos segundos y dijo:
—No te preocupes, confío en ti. Veré cómo soluciono el problema.
Dios obrará a tu favor, para tu bien, desde la perspectiva divina. Yare’ cura todo miedo. He aquí la diferencia entre el miedo y el temor.