Matutina para Mujeres | Viernes 18 de julio de 2025 | Confianza en Dios

Matutina para Mujeres | Viernes 18 de julio de 2025 | Confianza en Dios

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Matutina para Mujeres

«Entonces Jesús los dejó por segunda vez y oró: ‘¡Padre mío! Si no es posible que pase esta copa a menos que yo la beba, entonces hágase tu voluntad’ » (Mateo 26:42).

Hoy concluimos el tema de los ocho remedios naturales. En otras palabras, lo que Jesús estaba diciendo en el texto de hoy es: «Padre, todo lo que voy a vivir es muy cruel, sé que va a doler mucho y habrá muchos traidores, pero si no hay otra manera de hacerlo, sé que tenemos un trato y confío que al tercer día enviarás tu ángel para que me levante y habremos concluido, con éxito, el plan de salvación».

Fue la esperanza y la confianza que Jesús tenía en su Padre lo que hizo que pudiera salir triunfante de tan grande prueba. Sin embargo, esa confianza no provenía de la casualidad, sino que era el resultado de una vida en constante contemplación del Padre celestial. Los beneficios que resultan de una fe tal, son incalculables y tienen efectos no solo para esta vida sino que trascienden la eternidad.

En un estudio realizado por Bussema y Bussema (2007) donde se analizó a 61 personas que estaban recibiendo rehabilitación psiquiátrica, se encontró que el 71 % de los participantes afirmaban que su vida espiritual desempeñó un papel muy importante en su recuperación, dándoles sentido y propósito, paz y confort. El estudio también indicó que el 81 % afirmó que caminar más cerca de Dios les traía gozo. En un tiempo, la ciencia rechazó estudiar todo tipo de variables referentes a la religión por considerar que no existía relación entre ambas. Sin embargo, hoy día existen más de 1.200 estudios que revelan la conexión entre la espiritualidad, la religión y la salud de los individuos.

El filósofo judío Karl Marx dijo: «La religión es el opio de los pueblos». Por otro lado, una vida que está llena del amor de Dios y que rebosa de gratitud, fe y esperanza, es una vida que difícilmente va a ceder ante los embates de la vida. Una vida tal, que ha experimentado la gracia salvadora de Cristo, es capaz de decir en el momento más crítico de su vida: «Si he de morir, que muera» (Ester 4:16), «yo sé que mi Redentor vive y al final me levantará» (Job 19:25), «Padre que se haga tu voluntad» (Mateo 26:42), «porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21). ¿Qué le dirás hoy a Jesús, a pesar de la prueba que estás pasando?

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