Matutina para Mujeres | Viernes 19 de Mayo de 2023 | ¿Quién recibe tu alabanza?

Matutina para Mujeres | Viernes 19 de Mayo de 2023 | ¿Quién recibe tu alabanza?

¿Quién recibe tu alabanza?

Y David temió a Dios aquel día, y dijo: ¿Cómo he de traer a mi casa el arca de Dios? 1 Crónicas 13:12.

David había hecho de Jerusalén la capital de su reino, y ahora pretendía también convertir a Jerusalén en el centro de adoración de todas las naciones. Había gozo, algarabía y entusiasmo mientras seguían el carro donde iba el arca del pacto, el objeto más sagrado de la fe hebrea. Ser negligente en el cuidado y trato del arca era ser negligente con Dios mismo.

De repente, la carreta donde iba el sagrado cargamento se bamboleó. Uza, queriendo evitar la caída del arca, extendió su mano para sostenerla, pero entonces “el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al arca; y murió allí delante de Dios” (1 Crón. 13:10) (ver devocional del 24 de abril).

Los levitas eran los únicos que podían transportar el arca, y no hay indicación bíblica de que Uza fuera levita. Nadie debía tocar aquel objeto sagrado, debía ser movido con varas tal como Dios lo había instruido, pero esas instrucciones fueron ignoradas. No es suficiente la intención de hacer lo que creemos apropiado, ni la sinceridad en la adoración, ni el entusiasmo con el cual se adora. Lo más importante es la obediencia explícita a un así dice Jehová. David había consultado con sus capitanes y oficiales (vers. 1), pero se olvidó de consultar a Dios. El consejo de nuestros amigos, colegas y jefes jamás puede sustituir la dirección y los mandatos de Dios. Hacer lo correcto de la manera equivocada puede traernos consecuencias, así como le sucedió a Uza.

Cuando se le pasó el enojo a David, se dio cuenta de lo equivocado que estaba respecto al transporte del símbolo de la presencia divina. Su enojo fue reemplazado por el temor descrito en el texto de hoy.

Un estudio dedicado, concienzudo y reverente sobre la debida adoración hace falta hoy en nuestras iglesias y en nuestros servicios de alabanza. Adoremos a Dios de la forma que él desea ser adorado, no de la forma que la cultura, la edad o la época indican.

Nuestros motivos y formas de adoración necesitan ser revisados con frecuencia, pues el enemigo y envidioso de Dios y de la adoración que le damos está constantemente asechando nuestra adoración. A la primera oportunidad, si no es grata a Dios, él se apoderará de ella. La manera en que adoramos determina quién recibe la adoración.

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