Un padre intercesor
Jesús oyó lo que decían y le dijo a Jairo: “No tengas miedo. Solo ten fe”. Marcos 5:36, NTV.
Ningún padre está tranquilo si su hijo sufre. Mi hija mayor tenía diez añitos cuando fue diagnosticada con un tumor maligno en una pierna. Pedí oraciones por doquier, solicité ayuda económica, incluso al presidente de la República. Algo similar sucedió con Jairo. Jairo era un líder de Capernaum, dirigente del templo, alcalde, sacerdote y defensor del pueblo (Mar. 5:22), pero no le importó su jerarquía. Su única hija, de doce años, estaba gravemente enferma.
Jairo oyó hablar de Jesús, y vino y se postró a sus pies (Luc. 8:40-42). Le dijo a Jesús que su hija agonizaba, y Jesús lo acompañó a su casa. Pero en el camino Jesús hizo una pausa para sanar a la mujer con flujo de sangre. ¿Te imaginas la impaciencia de Jairo? ¡Su hija estaba moribunda! Entonces sucedió lo impensable: sus siervos anunciaron que su hija había muerto. ¡Cuántas preguntas angustiosas! ¿Por qué se demoró tanto? ¿Por qué no dejó a la dama del flujo de sangre para después? Su pedido era prioritario y urgente. Pero esos pensamientos angustiosos de Jairo fueron interrumpidos por la dulce voz de Jesús: “No temas, cree solamente” (Mar. 5:36).
¿Llevas tiempo pidiendo a Jesús algo urgente y no te responde? No temas, cree solamente. ¿Ves que otros reciben sanidad, mientras tú pareces ignorada? No temas, cree solamente. ¿Te dicen que es demasiado tarde? No temas, cree solamente. Quien resucitó a la hija de Jairo resucitará lo que esté perdido, sea físico o emocional.
Jairo no solo quería que Jesús sanara a su hija, quería que fuera a su casa (Luc. 8:41) y entrara hasta la habitación de su hija. Acostúmbrate a invitar a Jesús a tu hogar, a la habitación de tus hijos. “Por la noche, al comenzar las guardias, ¡levántate y grita! ¡Vierte tu corazón, como un torrente, en la presencia del Señor! ¡Levanta hacia él las manos y ruega por la vida de tus pequeños!” (Lam. 2:19, RVC).
El mensajero dijo: “La niña ha muerto”. Jesús dijo: “No temas, solo ten fe”. Jairo debía decidir entre la voz de la tragedia o a la voz de esperanza. Es tu opción escuchar la tragedia o confiar en la voz de Jesús. No temas, cree solamente. Así como Jesús resucitó a la joven hija de Jairo, puede resucitar lo que esté muriendo en la vida de tus hijos.
Recuerda: ¡A la voz de Jesús se detienen las tormentas, se sanan los endemoniados, se curan las enfermedades y se detiene la muerte!