Hijas legítimas por adopción
“Por amor Dios nos predestinó para que por medio de Jesucristo fuéramos adoptados como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad” (Efesios 1:5).
Apenas comenzaba a aprender a leer cuando se me ocurrió acomodar papeles y limpiar los cajones del escritorio de mi casa, ya que quería darles a mis padres una sorpresa. Comencé a sacudir el polvo de cada cajón y a meter de nuevo los papeles. Como ya podía unir todas las letras, la curiosidad me llevó a buscar en la carpeta nombrada: actas de nacimiento. Leí primero la de mi hermano y después busqué la mía. En seguida noté que había un papel distinto al de mi hermano, así que leí con mayor detenimiento. Recuerdo muy bien mi expresión al saber que antes de llamarme como que me llamo, mi nombre era otro. Más abajo estaba la respuesta, debajo del documento estaba la firma del ciudadano Rafael Guardado Rauda, quien me aceptaba como su legítima hija y me daba su apellido, así que ya no era más Sayli Lucía Chan Buenfil, sino Sayli Lucía Guardado Chan. ¡Cuánta emoción siento al recordar que hubo un hombre que me amó sin condiciones y estuvo dispuesto a darme su amor y proveerme de todo lo que necesité! Cuán agradecida sigo estando con ese hombre a quien tuve el privilegio de llamar papá.
De ahí en adelante me emocionaba que la gente supiera que yo tenía un papá adoptivo. Y ahora pienso que es maravilloso saber que, además, tengo otro papá adoptivo, aquel que nos hace a ti y a mí, hermanas. Ese Padre que nos hizo sus hijas pagando el trámite con su vida, firmando nuestra adopción con su muerte y sellándola con su sangre. En nuestro nombre llevábamos el título del pecado, pero ahora llevamos el título de hijas redimidas. Es grandioso. Somos sus hijas. Y cada día nos recuerda que está preparando un hogar que nos dará por herencia cuando regrese a buscarnos.
¿Conoces el himno 368 cuyo nombre es “Padre amado”? Cantemos juntas esta mañana:
“Padre amado, te agradezco por tus planes, grandes sueños tienes para mí.
Tú me guías por las sendas de esta vida, a tu lado nada faltará.
Yo te amo más que a todo. Si estoy débil, tú eres fuerte y a mi lado estás.
Te agradezco, Padre amado, porque unes nuestras vidas a tu corazón”.
Somos sus hijas, por creación y por redención. Soy feliz de ser su hija adoptiva, ¿y tú?
