Una vida tranquila
“Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen con sus manos, tal como los instruimos anteriormente” (1 Tes. 4:11, NTV).
Algunas veces creemos que nuestras vidas deben ser grandes para ser significativas. Pensamos que, para tener valor, debemos dejar un legado visible y extraordinario. Debemos organizar un evento multitudinario, adoptar a veinte niños o luchar contra la trata de personas, para que nuestra vida importe. Y aunque todas estas cosas son buenas, cuando pensamos que el tamaño determina el valor de algo, nos pasamos la vida corriendo, exhaustas. La inseguridad seguirá empujándonos a hacer más cosas, susurrándonos que lo peor que podría pasarnos es que nuestras vidas fueran absolutamente normales y pequeñas. Pero, como escribe Melanie Shankle en It’s All About the Small Things [Se trata de las pequeñas cosas], “pensar de esta manera puede hacer que perdamos de vista las pequeñas cosas que también pueden cambiar una vida: llevar un plato de comida a un vecino enfermo, sonreírle a la camarera que está teniendo un mal día, leerles a nuestros niños antes de ir a dormir, o simplemente orar con alguien que está pasando por un momento difícil”. La hermosa y liberadora verdad del evangelio es esta: lo pequeño es transcendental.
Jesús comparó el Reino de Dios con una semilla de mostaza: insignificante a simple vista, pero que crece a tal punto que las aves del cielo hacen nidos en sus ramas. También comparó el Reino de los cielos con la levadura, que hace crecer la masa (Mat. 13:31-33). ¡Ambos ejemplos son tan sencillos y humildes! No hay efectos especiales, ni carteles luminosos ni millones de seguidores en las redes sociales. Nada glamuroso. Sencillamente, semillas y levadura que crecen de una forma lenta y orgánica.
Jesús se encarga de ser extraordinario. Nosotras solo debemos ser fieles en lo poco, porque, como menciona Melanie Shankle, lo realmente importante no son “las cosas que logramos, sino las personas en quienes nos estamos convirtiendo. La vida se trata más de cómo él nos usa […] aun cuando solo estamos viviendo nuestras vidas normales y aburridas”. ¡Relájate! Jesús se encarga de ser extraordinario. Tú puedes tener una vida completamente normal, pero muy significativa.
Señor, gracias porque el tamaño de mi vida no determina mi valor. Gracias, porque en tu Reino lo pequeño es trascendental.