Miércoles 03 de Noviembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | Cicatrices en el alma

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Cicatrices en el alma

“Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Isa. 53:4, 5, NVI).

Un niño había salido, en un caluroso día de verano, a nadar en una laguna que quedaba detrás de su casa, en el sur de Florida.

Nadaba feliz, mientras su mamá lo miraba por la ventana. De repente ella, desesperada, salió corriendo hacia su hijo mientras gritaba con todas sus fuerzas. El niño se alarmó y comenzó a nadar hacia su mamá, sin entender bien qué sucedía. Pero fue demasiado tarde. La mujer se lanzó sobre el muelle y agarró fuertemente al niño por los brazos, justo en el momento en que un cocodrilo le agarraba las piernitas.

La mujer jalaba con todas sus fuerzas y, aunque el cocodrilo era muy fuerte, la madre no se dio por vencida y no abandonó a su hijo.

Al escuchar los gritos, un vecino se apresuró para llegar al lugar y con un rifle mató al cocodrilo.

El niño sobrevivió, aunque sus piernas quedaron bastante desfiguradas. Con algunas cirugías y el paso del tiempo, pudo caminar.

Cuando todo hubo pasado, un periodista lo entrevistó y le preguntó si quería mostrar las cicatrices que le habían quedado en las piernas. El niño levantó su pantalón y las mostró. Luego, con mucho orgullo, se arremangó la camisa y dijo: “Pero las cicatrices que usted debe ver son estas”. Eran las marcas de las uñas de su mamá, quien había presionado con tanta fuerza y perseverancia para salvarlo.

“Las tengo porque mi mamá no me soltó y me salvó la vida”, agregó.

Cada uno de nosotros lleva cicatrices en diferentes lugares, aunque sea de forma invisible en la mente o el corazón. Algunas de estas cicatrices son por causa del pecado y malas decisiones. Pero otras son la huella de que Dios nos ha sostenido con fuerza.

Piensa que si, en algún momento estás sintiendo dolor sin entender bien porqué, quizás sea porque Dios te esté sujetando fuertemente para que no caigas y el enemigo no te atrape.

Jesús dio todo por nosotros, sufrió dolores indecibles para darnos paz y sanidad. Llevémosle a él nuestro dolor, y algún día él nos mostrará las cicatrices de su amor.

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