Miércoles 14 de Diciembre de 2022 | Matutina para Mujeres | La tiranía de la productividad

La tiranía de la productividad

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mat. 11:29).

Hace unos meses me dio gripe. Llamé al trabajo por la mañana y les dije que no podría asistir. Después, pasé el día entero durmiendo. Debo ser honesta con ustedes: aunque me sentía terriblemente mal, estaba feliz; ¡finalmente podía descansar sin sentirme culpable!

Nos enorgullece estar ocupadas: nos hace sentir útiles y exitosas. Pero hay un gran peligro latente. Cuando nuestra autoestima está demasiado ligada a nuestra productividad, nos sentimos culpables si descansamos. Como dijo el escritor Alex SoojungKim Pang en Rest [El descanso]: “Si tu identidad es tu trabajo, cuando dejas de trabajar, cesas de existir”. Sin las hojas de higuera de nuestro trabajo, nos sentimos desnudas y vulnerables.

En su libro In Praise of Slowness [Elogio a la lentitud], Carl Honoré nos recuerda que “cuando la gente se queja: ‘Estoy tan ocupada… No dejo de correr. Mi vida es un remolino; no tengo tiempo para nada’, lo que generalmente quiere decir es: ‘¡Mírame! Soy tan importante, entretenida y energética’ ” Desde este punto de vista, descansar es un verdadero acto de humildad. Descansar es confesar: “Soy un ser finito; no puedo hacerlo todo. No soy Dios”. Si te pareces a mí, nada te costará más que descansar. Te sientes agobiada, pero pareciera que detenerte fuera imposible.

Estoy segura de que tienes cientos de razones por las cuales “no puedes parar”. Tus hijos y tu marido te necesitan, estás trabajando para Dios y, si no te esfuerzas, nunca tendrás suficiente dinero para comprar tu propia casa. Aunque todo esto sea cierto, muchas veces el orgullo es la razón de fondo: nuestro deseo de sentirnos indispensables.

En Messy Spirituality [Espiritualidad desordenada], el autor cristiano Michael Yaconelli lo explica de la siguiente manera: “El descanso es humillante porque, para descansar, debemos admitir que no somos necesarios, que el mundo puede seguir girando sin nosotros, que la obra de Dios no depende de nosotros”. Descansar es una cuestión de humildad e identidad. Si nos sabemos amadas incondicionalmente por Dios, vamos a estar mucho más dispuestas a parar y a descansar. Dios nos pide que descansemos para que recordemos la diferencia entre lo que hacemos y quiénes somos.

Señor, a todos nos gusta sentirnos útiles, pero a veces yo quiero sentirme indispensable. Recuérdame que descansar es una cuestión de identidad. Recuérdame que, como tú me amas incondicionalmente, ya no soy esclava de la productividad. Como discípula de Cristo, recibo el don del descanso.

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