Miércoles 16 de Noviembre de 2022 | Matutina para Mujeres | Oraciones airadas

Miércoles 16 de Noviembre de 2022 | Matutina para Mujeres | Oraciones airadas

Oraciones airadas

“¡Despierta, oh Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre” (Sal. 44:23, NTV).

Si lees los salmos con detenimiento, te sorprenderás de cuántas oraciones furiosas encontrarás. Si David viviese hoy, no estoy segura de cuántas iglesias le permitirían cantar sus salmos. (Si crees que estoy exagerando, lee el Salmo 79 o el Salmo 109.) Más allá de cuánto nos incomoden los salmos imprecatorios en la actualidad, una cosa queda clara: A Dios no le asustan nuestras emociones, ¡ni siquiera las más difíciles!

Podemos hablar con Dios acerca de nuestra ira, incluso si está dirigida hacia él. En su artículo “Angry, glad, heartbroken?” para America Magazine, Richard Clifford comenta: “Los salmos no dudan en expresar enojo por lo que Dios ha hecho o ha dejado de hacer. El Salmo 44:23 incluso acusa a Dios de quedarse dormido en el trabajo”.

A veces pensamos que es inapropiado o descortés hablarle a Dios de esta manera; que “revelarle” nuestra ira sería un pecado. Sin embargo, Dios ya conoce todos nuestros pensamientos. Cuando compartimos nuestros sentimientos de ira con él, abrimos una avenida de redención. Como escribe el psicólogo cristiano Dan Allender, en The Cry of the Soul [El clamor del alma], “el cambio llega gracias a una honestidad y vulnerabilidad brutal ante Dios. Solo si estamos cara a cara con nuestras pasiones más profundas y dominantes hay esperanza de redimir el tejido de nuestro mundo interior”.

Muchas de nosotras fuimos entrenadas para filtrar nuestras oraciones a través de una especie de tamiz de corrección teológica. Si consideramos que una emoción es incorrecta, no la mencionamos. Como tememos que nuestra ira ofenda a Dios, la mantenemos reprimida, lejos de nuestras oraciones (y, por tanto, lejos de la redención). Sorprendentemente, David hacía todo lo contrario: él presentaba su enojo ante Dios con una honestidad francamente brutal. En lugar de enviar un rayo desde el cielo y aniquilarlo, Dios dijo que David era un hombre conforme a su propio corazón. Si hoy estás luchando con la ira, sigue su ejemplo. Detente a orar y a compartir esta emoción con Dios. Pídele que te examine y te transforme a su imagen.

Señor, te agradezco porque tú ya conoces todas mis emociones y me amas igual. Enséñame a abrirte el corazón como David, a compartir mis enojos y amarguras con honestidad. Quiero darte acceso completo a mis emociones para que las transformes a tu semejanza.

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Ingrid

    Amén, bendiciones

  2. NAIDU

    Dios le bendiga muy buena reflexión de hoy

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