No fue casualidad
« Te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!». Salmo 91: 4
Temprano en la mañana, aquel miércoles 19 de mayo de 1993 ella inició los preparativos para regresar a Colombia desde Panamá. «Ya es suficiente -se dijo-. Debo regresar». Pensó en sus familiares y en sus dos hijos. Se imaginó caminando por las calles de su pueblo. Le pareció maravilloso poder probar las comidas de su terruño y por supuesto, se visualizó el sábado en la iglesia con todos los hermanos.
Se aseó, desayunó y se dedicó a organizar el equipaje. Escogió la ropa de viaje, revisó el boleto por enésima vez, calculó la hora de salida hacia el aeropuerto y, a la hora prevista, tomó el vehículo hacia la terminal aérea. De pronto, todo se puso en su contra. Algunos imprevistos de última hora le impidieron salir de casa y cuando por fin logró salir, había un tráfico horrible. Ella miraba el reloj y le pedía al conductor que se apresurara. Pero su impaciencia no ayudó en nada. Cuando por fin llegó a la terminal ocurrió lo inesperado: aunque el avión se encontraba en la pista, el vuelo ya estaba cerrado. Rogó a las damas que estaban atendiendo, suplicó que la dejaran subir, que hicieran una excepción. Lloró de la rabia y amenazó, pero de nada sirvió. El vuelo partió a las 2: 05 de la tarde llevándose consigo la esperanza de ver a su familia.
Lloró todo el viaje de regreso a casa. Ahora el trafico se movía con libertad, como burlándose de ella. Pero mientras regresaba a casa algo estaba ocurriendo en el aire. El piloto reportó que se encontraba en Abejorral e inició el descenso hacia el aeropuerto de destino, pero en realidad se encontraban en otra localidad. Al descender, y por el mal tiempo, no vio que se dirigía de frente al cerro El Burro, en el municipio de Frontino, Antioquia, cuya altura es de 3,670 metros sobre el nivel del mar. El avión chocó de frente contra el cerro a unos 3,567 metros de altura, por poco menos de cien metros se pudo haber evitado la tragedia que acabó con la vida de 125 pasajeros y siete tripulantes.
¿Cuántas veces nos ha demostrado Dios que en la vida de sus hijos no existen las «casualidades»? @Dios desea que sepas hoy que él está al control de la vida de cada uno de nosotros. Encomiéndate a él y confía en su dirección.