¡Burp!
“Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a Dios, respeten al rey” (1 Pedro 2:17, NVI).
Si alguna vez te ha pasado, habrás sentido mucha vergüenza… Tal vez tu mamá te miró con cara seria, y hasta tal vez te dijo:
“¿Qué se dice?”, esperando que pidas disculpas. Y sí, eructar en público no está nada bien visto, ¿verdad? ¿Seguro que todos los que eructan en público son maleducados? Pues, ¡no! En algunos países del Pacífico Sur, ¡eructar es de buena educación! Es una señal de que la comida estaba muy buena, y quedaste satisfecho. Pero, antes de que decidas mudarte a otro país para eructar a gusto, recuerda que cada país tiene costumbres diferentes, que hasta podríamos considerar raras. En Japón, por ejemplo, es grosero estornudar en público. ¿Qué te parece? ¡Más vale no estar resfriado en Tokio! Por otra parte, en Japón sí se puede hacer ruido al tomar la sopa. Es más, hay que hacer ruido, para mostrar que la estás disfrutando. Cuántas costumbres diferentes, ¿verdad?
En la familia de Dios muchas veces vemos estas diferencias. A veces hay pequeñas cosas que pueden sorprendernos mucho de otras personas. Y ni siquiera estoy hablando de personas que viven en países diferentes. ¡No hace falta ir tan lejos! Seguramente te has sentido diferente de tus propios amigos, o incluso diferente de tus hermanos, o miembros de tu familia.
En la Biblia hay cosas que Dios establece con mucha claridad cómo deben ser, pero hay muchas, muchísimas cosas que pueden hacernos diferentes de otros y, realmente, no tienen tanta importancia. Para todas esas pequeñas cositas, Dios nos dice que la solución es respetarnos mutuamente. El respeto no siempre quiere decir que estés de acuerdo con algo, pero sí que no te molestarás o enojarás cuando alguien quiera hacer algo diferente de la forma en la que tú lo harías. Después de todo, puede haber diversas formas de hacer lo mismo.
Dios pudo habernos hecho a todos iguales, pero, cuando nos hizo diferentes y nos dejó elegir cosas diferentes, sabía que el mundo sería muy divertido. Y a veces, que nos sería difícil entendernos. ¡Qué bendición que él nos dijo cómo tratarnos entre nos tros! Siempre hagámoslo con mucho amor y respeto.
Cinthya