No te canses de dar amor
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia” (Tito 3:4, 5).
En un campo de guerra, un sargento encontró a un niño hambriento en condición de abandono, desesperado buscando comida. Esto conmovió mucho al oficial, y decidió darle lo único de comer que tenía con él, una barra de chocolate. Extrañamente el niño solo gruñó como un animal salvaje y se alejó rápidamente.
Otro día, el sargento encontró al mismo niño durmiendo en unos escombros sobre unos trapos sucios y húmedos. Nuevamente sintió compasión; lo tomó para acomodarlo, pero el niño al despertar y verlo, lo rasguñó y le mordió la mano y luego huyó. Increíblemente, esto no enojó al oficial, sino que sintió la necesidad de amarlo y seguir buscándolo.
Después de un tiempo lo encontró. Le habló con cariño y gestos de bondad, y le ofreció algunas cosas con el único fin de ayudarlo en su situación vulnerable de soledad y abandono. El niño lentamente se comenzó a acercar al oficial y recibió las cosas sin gruñirle. Poco a poco este hombre ganó el cariño y la confianza de este niño que seguramente actuaba como un animalito salvaje por temor a ser maltratado y dañado.
Esta historia habla de que es posible vencer el mal con el bien, y que para lograrlo debemos desarrollar paciencia y perseverancia. Todos estamos llamados por Dios a dar amor y no cansarnos de hacerlo. En Mateo 24:12 se menciona que al final de los tiempos, antes de que Jesús venga por segunda vez, el amor de muchos se enfriará y la maldad aumentará. Estamos rodeados de maldad y esto nos ha vuelto desconfiados.
La Biblia está llena de versículos que nos motivan a hacer el bien, a ser bondadosos unos con otros, a amar a los demás e incluso a los enemigos. ¡Esto sí que requiere ser perseverantes! Pero así es como quiere Dios que actuemos.
En Tito 3:4 y 5 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia”. “Si recibimos su amor, nos hará igualmente tiernos y bondadosos, no solo con quienes nos agradan, sino también con los más defectuosos, errantes y pecaminosos” (DMJ 71).
Nina