El cielo comienza hoy
«Vendrá para castigar a los que no reconocen a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos serán castigados con destrucción eterna, y serán arrojados lejos de la presencia del Señor y de su gloria y poder». 2 Tesalonicenses 1: 8, 9
«Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador» (Elena G. de White, Eventos de los últimos días, pp. 231, 232).
Con estas palabras, describe Elena G. de White la Segunda Venida. Cuando esto ocurra, habrá un grupo que se alegrará, pues para el cristiano que está acostumbrado a vivir en la presencia del Salvador, una eternidad junto al Señor es un sueño hecho realidad. Pero aquellos que nunca quisieron estar en su presencia, no podrán disfrutar de aquel maravilloso evento. Saben que la venida de Cristo marca su final y que lo que tanto quisieron: estar lejos de Dios, ahora será una realidad eterna. Pablo define en el pasaje de hoy la perdición en términos de la exclusión de la presencia de Dios.
Este acto, que puede parecer excesivo, en realidad es un acto de misericordia divina. «¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están llenos de odio hacia Dios y a la verdad y a la santidad alternar con los ejércitos celestiales y unirse a sus cantos de alabanza? ¿Podrían soportar la gloria de Dios y del Cordero? No, no; años de prueba les fueron concedidos para que pudiesen formar caracteres para el cielo; pero nunca se acostumbraron a amar lo que es puro; nunca aprendieron el lenguaje del cielo, y ya es demasiado tarde. Una vida de rebelión contra Dios los ha inhabilitado para el cielo» (Elena G. de White, El conflicto de los siglos, p. 531).
Entonces ¿crees que es importante vivir desde ahora en la presencia del Señor? Lo que para muchos pueden parecer regaños de viejos cascarrabias, o sermones de ancianos, no es más que un mensaje de amor para asegurarnos un lugar junto al Señor por toda la eternidad. Hoy @Dios te dice: «El cielo, el verdadero cielo, es vivir para siempre a mi lado. ¿Qué te parece si comenzamos desde hoy?».