Con Dios es mejor
«Entonces él me contestó: “Yo he andado en el camino del Señor, y él enviará su ángel contigo, para que te vaya bien en tu viaje». Génesis 24: 40
El versículo de hoy es un ejemplo de la importancia de contar con la presencia de Dios al iniciar cualquier proyecto. En este caso, el proyecto era buscar una esposa, pero fíjate que el éxito viene como resultado de contar con la presencia de Dios, quien ha de enviar compañía por medio de su ángel.
Se acercó a mí con mucho respeto y me pidió unos minutos para conversar. Me contó que estaba a punto de terminar su carrera de odontología y que no sabía dónde trabajar. Días antes, al recorrer las instalaciones de la iglesia, encontré varios salones desocupados y sentí la impresión de que allí podíamos iniciar un consultorio médico para prestar servicios a la comunidad. De hecho, encontré una silla de odontología vieja y maltratada. Así que después de escucharlo, lo llevé a mirar los salones y le mostré la silla.
Aun cuando no le vi mucho entusiasmo, decidí seguir adelante con el proyecto. Cuando todo estaba listo, lo llevé al lugar, le entregué las llaves y lo invité a iniciar pronto su trabajo. Abrimos un lunes, pero antes oramos para pedir la presencia de Dios. El primer día nadie vino, el segundo tampoco, y así durante toda la semana y la siguiente semana fue igual. Un día entró una dama. La hicimos pasar, la sentamos en la silla, se le hizo la evaluación, se le dieron los resultados y le dijimos que, por ser la primera paciente, se le daría un significativo descuento. Se hizo el tratamiento y, al final, la dama pagó, pero nos confesó que realmente venía a buscar un cupo en el colegio para su hijo.
A partir de aquel día no faltaron pacientes. Buscamos un médico general y añadimos un servicio de fisioterapia. Todo marchaba bien. Pero un día el joven dentista renunció, dijo que quería ganar más dinero y se fue de la iglesia y del consultorio sin escuchar razones.
Prestó sus servicios en una prestigiosa clínica privada. Un año más tarde lo vi en la iglesia durante el culto del sábado. Después de tomar las llaves del consultorio me senté a su lado. Me contó que el otro lugar había quebrado y él había sido el primer despedido. Le di un abrazo, la bienvenida y las llaves nuevamente. Entonces me dijo: «Usted tenía razón, con Dios es mejor». Hoy @Dios te dice: «No importa el proyecto que tengas delante, inclúyeme. Conmigo es siempre mejor».