Persistir en la enseñanza
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:14, 15).
Mi madre, que ya descansa en el Señor, fue una mujer piadosa. Salió de Italia a los catorce años, escapando de la guerra. No tuvo oportunidad de ir a la escuela, pero conoció a Jesús y, junto con mi padre, se bautizaron cuando yo tenía dos años. Ella era incansable. Siempre se brindaba por todos, en especial por la familia. Su apoyo y su influencia fueron fundamentales para el desarrollo de mi fe y mi caminar cristiano.
Cuando yo tenía unos doce años, mis padres se separaron. Entonces, la hermana Pilar, directora de Intermediarios de mi iglesia, me sujetó a Jesús con sus enseñanzas, motivación y cariño. En mi vida, como en tantas otras, el papel de la madre, de la maestra en la iglesia y de los maestros en la escuela resultaron fundamentales para mostrar en los primeros años el camino hacia la sabiduría y la salvación.
El proceso educativo de los hijos debe ser conducido de manera correcta. Pablo aconseja que los hijos deben ser criados “en disciplina y amonestación del Señor” (Efe. 6.4). La vida familiar no es un circo, un picnic o una colonia de vacaciones.
Una familia según el corazón de Dios debe ser un ambiente de aceptación, valorización, afecto, orientaciones adecuadas, con una disciplina correcta. Es una mezcla de cuidado y protección, juntamente con disciplina y amonestación. Porque si faltan esos componentes los resultados serán nefastos y pondrán en riesgo la eternidad de todos los miembros del hogar.
Los padres tienen la responsabilidad de educar a sus hijos de manera consciente y de la forma correcta. Esto no es fácil. Pero, por la gracia de Dios, podemos encontrar orientación en su Palabra y asistencia en sus promesas. Fue por todo esto que Pablo le dijo a Timoteo que persistiera en lo aprendido desde la niñez, de su madre y su abuela, porque persistir en esa enseñanza lo haría sabio y salvo.