Poema de amor
Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: “¡Consumado es!” E inclinando la cabeza, entregó el espíritu”. Juan 19:30.
Una de las poesías más largas de la humanidad es la historia del guerrero Manas. Ha sido contada durante décadas en el Asia central, e incluso hoy se relata en Kirguistán, y eso que tiene 180,378 versos, versos de violencia. Por el contrario, los haikus son poemas japoneses que solo pueden tener 17 sílabas. Y lo cierto es que es más difícil decir mucho con pocas palabras. Envolver la profundidad con sencillez es el arte que muy pocos conocen. Los haikus suelen expresar experiencias de contemplación de la naturaleza, y en su brevedad describen paisajes y emociones. Matsuo Basho fue el poeta más significativo de este estilo. Observa este poema:
Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo.
El discurso más largo de nuestra historia es el de Satanás. Lleva siglos diciéndonos que Dios es injusto, que solo tiene apariencia de bondad y que no debiera ser el soberano del universo. Lleva siglos convenciéndonos de que no hay futuro, que disfrutemos el presente, que seamos nuestros propios dioses, que luchemos por nosotros porque los demás no importan. Y mucha gente relata sus epopeyas como si fueran verdad. Pero no es así. Por eso vino Jesús a este mundo, para demostrar cómo era realmente su Padre, para sintetizar la grandeza de su bondad. Y convirtió las palabras en milagros, en sonrisas, en esperanza. Allá por donde iba surgía la luz, se abrazaba la verdad. Y, por si no fuera suficiente, decidió realizar el mayor poema de amor jamás contado. Apenas una palabra que contenía todas las emociones y los paisajes. Apenas una palabra que rasgó el Templo. Apenas una palabra que sumió en silencio el Universo. Allí, el hombre más bueno que jamás existiera, pendiendo de una cruz, dolorido por nuestros pecados, exclamó como el mejor de los rapsodas: ¡Kulah! (¡Cumplido!, ¡Consumado es!). ¡Qué belleza! ¡Qué grandiosidad! ¡Cuánta sencillez para tantísimo amor! Y lo hizo todo por ti, porque te quiere, porque eres lo más importante para él, porque tú lo inspiras.
Al contemplarlo, al sentir la poesía de su vida y su sacrificio, nos convertimos en sus testigos. Y cuando nos preguntan sobre las experiencias de la vida, sobre el camino que anhelamos proponer, solo podemos contestar que:
Este camino
solo él lo recorrió
y salvó al mundo.