Sábado 08 de Abril de 2023 | Matutina para Mujeres | ¿La voluntad de Dios o la nuestra?

¿La voluntad de Dios o la nuestra?

Y Samuel les contestó: “No tengan miedo. Aunque han hecho mal, no dejen de obedecer y amar a Dios; al contrario, sírvanle de buena gana”. 1 Samuel 12:20, TLA.

El pueblo había pedido rey, y aunque Dios tenía mejores planes, les concedió lo que pedían. Samuel les explicó las desventajas de tener un gobierno monárquico. El anciano profeta se estaba despidiendo del pueblo al que había servido toda su vida. Nada dijo del desprecio de aquel pueblo terco, ni de la ingratitud hacia su servicio fiel. Sus palabras finales fueron para motivar la fidelidad.

“Samuel amaba al Señor, y su servicio era el de un esclavo que se deleitaba en estar con su amo. Cuando el pueblo observaba una comunión tal entre Samuel y el Señor, tendía a crearse el deseo de experimentar lo mismo. El verdadero amor no es estático; es progresivo. Dios estuvo listo para revelar su amor permanente para Israel. Le dolía ver que los israelitas se volvían egoístas y lo olvidaban. Es constante el amor de Dios para el hombre y lo invita a que retribuya ese amor en la forma de un servicio consagrado” (2CBA, p. 505).

Cuando Dios contesta un pedido contrario a su voluntad, está mostrando el respeto que tiene hacia nuestras decisiones. ¿Cuándo fue la última vez que pediste algo a Dios que no estabas segura si era su voluntad? ¿Ha contestado Dios alguna oración por tu insistencia y luego experimentaste las consecuencias? ¿Has hecho una oración que crees que lleva demasiado tiempo en la lista de espera celestial? ¿Te has preguntado si acaso Dios tendría algo mejor para ti? “Dios es misericordioso y perdonador, y desea siempre manifestar favor hacia su pueblo cuando éste obedece su voz” (PP, p. 668).

Renueva hoy tu fidelidad a Dios, tu confianza en él; pídele que lleve a cabo los planes que tiene para ti. Añade a cada oración tu deseo de que “sea hecha tu voluntad, Señor”.

Es tiempo de darte cuenta de que no haces nada bien cuando sigues tu propio proceder. Dios desea que digas como el salmista: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Sal. 40:8). Verás que, “cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son habilitaciones” (SC, p. 320).

Comparte este devocional
Deja tu comentario