Sábado 13 de Agosto de 2022 | Matutina para Adolescentes | ¿Hay alguien en casa?

¿Hay alguien en casa?

“Les responderé antes que me llamen. Cuando aún estén hablando de lo que necesiten, ¡me adelantaré y responderé sus oraciones” (Isaías 65:24, NTV).

¿Cuándo fue la última vez que viste a alguien hablando por un teléfono público? ¿Cuándo fue la última vez que viste un teléfono público? Son tan escasos como los disquetes. Es una pena. Las cabinas telefónicas altas y estrechas tuvieron un papel secundario en muchas películas. Eran muy útiles, sobre todo los que se encontraban a la altura de la ventanilla del coche para poder hablar sin bajarse. También estaban los “locutorios” que servían para hacer una llamada de cobro revertido a tus padres.

Inventado el 13 de agosto de 1889, el teléfono público celebró su 130º aniversario en 2019. Por supuesto, con la invención de los teléfonos móviles, cada vez menos gente necesita un teléfono público. Casi tan pronto como se inventó el teléfono, muchos pensaron que un teléfono público pago sería una gran manera de ganar dinero. A William Gray, de Hartford, Connecticut, se le ocurrió la idea y la patentó. El teléfono público funcionaba con monedas y se instaló en el vestíbulo del banco de Hartford. Pronto, se encontraron en las esquinas, en estaciones de tren, en aeropuertos, en tiendas de comestibles y en centros comerciales.

Pero, ya no. Los teléfonos públicos han seguido el camino de la cinta de carrete, y los televisores en blanco y negro; parece que “todo el mundo” tiene un teléfono celular pegado a la oreja o un par de auriculares en los oídos. Nuestra forma de vida ha cambiado. Antes, en las películas o libros, cuando el criminal (o el héroe) llamaba a la policía o la familia de la víctima (o a sus padres, sus amigos, o al 911), se hacía un intento desesperado por mantener a la persona en la línea para “rastrear la llamada” y descubrir la ubicación del villano o del héroe. Hoy ya no se “rastrean” llamadas, sino que se usa la triangulación de antenas. Además, el número de teléfono de la persona que llama aparece en la pantalla y uno puede decidir si contestar o no, dependiendo de quién se trate. Incluso podemos programar el celular para que suenen melodías específicas para ciertos contactos. Por supuesto, los teléfonos móviles también tienen sus desventajas: por ejemplo, hay que ocuparse por mantenerlos cargados, y es fácil perderlos o que se rompan.

¿Y qué hay de llamar a Dios? Él está ahí en cualquier momento en que lo necesites, y llamarlo no te costará nada. No tienes que preocuparte por los minutos que gastas o la cantidad de datos que consumes. Tampoco importa dónde te encuentres. Dios te da acceso instantáneo en cualquier momento del día, cualquier día de la semana, y siempre habrá “buena señal”. Y lo más importante: no tienes que preocuparte de que se corte la comunicación.

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