Sensación térmica
“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta” (Rom. 12:2, NTV).
Como casi todos los días voy al trabajo en mi bicicleta, me acostumbré a revisar el pronóstico meteorológico por las mañanas. Esta mañana, la temperatura era de 10 ºC, pero la sensación térmica era solo de 3 ºC, debido al viento. El viento afecta nuestra percepción de la temperatura. Cuando hay viento, la humedad de la piel se evapora con mayor rapidez, y eso nos enfría. Por eso, aunque la temperatura no cambie, sentimos mucho más frío.
El victimismo y el pesimismo son el viento que azota el alma. Cuando nos acostumbramos a ver la vida desde una perspectiva negativa, sin importar la temperatura real, tenemos frío. En Battlefield of the Mind [El campo de batalla de la mente], Joyce Meyer escribe: “En los días en que yo era extremadamente negativa, podía entrar en la casa que alguien acababa de renovar, y en lugar de ver y comentar todo lo hermoso que me rodeaba, yo veía una punta del papel de empapelar que estaba despegada, o una mancha en la ventana. ¡Estoy tan agradecida porque Jesús me liberó y ahora puedo disfrutar las cosas buenas de mi vida!”
Como Joyce, muchas tenemos un radar emocional que es hipersensible al error e inmune a la belleza. Sin embargo, podemos ser transformadas por la renovación de nuestra mente (Rom. 12:1, 2). La Biblia dice que debemos someter nuestros pensamientos; debemos llevarlos cautivos, hacerlos esclavos de Cristo (2 Cor. 10:5). Todos los pensamientos que no sometamos nos esclavizarán. El apóstol Pablo usa un lenguaje bélico en este capítulo: él habla de destruir fortalezas y derribar argumentos. Pablo comprende que nuestra mente es un terreno de batalla estratégico. Los pensamientos derrotistas son misiles del enemigo. Cuando los llevamos cautivos a Cristo, él los desvía de su curso y estallan en territorio enemigo. Someter nuestros pensamientos a la autoridad de Cristo es contraactacar.
Cristo desea renovar nuestra mente para darnos una mirada sabia y equilibrada. Si se lo permitimos, él sanará los patrones de nuestro pensamiento. No es demasiado tarde. Jesús quiere comenzar a obrar un milagro en ti hoy.
Señor, pongo mi mente y cada uno de mis pensamientos bajo tu autoridad. Ayúdame a adoptar buenos patrones de pensamiento, a enfocarme en las cosas buenas, verdaderas y honestas. Sé que tú puedes obrar un milagro, cambiar el antiguo cableado y renovar mi mente. Amén.