Cristo te ama
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró ama también al que ha sido engendrado por él. 1 Juan 5:1.
Tenía que presentarme a un examen de reválida y no recordaba muy bien algunos conceptos de Física, así que, tomé algunas clases particulares. El profesor, recién licenciado en Química (dicen que los mejores profesores de Física son los de Química), me había generado buenas expectativas. Nada que ver con la realidad. Llegaba tarde a las clases, se dormía en el aula (sí, un profesor dormido), y era muy desorganizado. En ese entorno, un día, de forma muy seria y magistral, nos dijo: “Lo más importante es que, cuando estudien Física, sean responsables y ordenados».
Hasta hoy me parece divertido. Era muy poco creíble que alguien con aquellas características diese aquel consejo. Para la mayoría de los no creyentes la figura de Jesús es ficticia. Como mucho, algunos piensan en un Jesús histórico que pasó inadvertido ante los eventos del momento. Jesús no les parece relevante. Si además consideran la trayectoria moral de muchos de los llamados cristianos (Cruzadas, Inquisición, intolerancia y corrupción) como obstáculos, ¿qué creen que pueden pensar cuando les decimos “Cristo te ama”? Nosotros creemos que Jesús es el Mesías que nació de Dios y que al amar a Jesús amamos mejor a Dios, pero ellos no.
Creo que los no creyentes pueden tener la misma sensación que tuve con mi profesor particular de Física. No somos creíbles porque, en muchas ocasiones, nuestro discurso y nuestra vida son disonantes. No podemos decir que “Cristo te ama» y tratar mal a nuestros empleados. No es lógico afirmar que “Cristo te ama” y engañar a los que nos rodean. No tiene sentido afirmar que “Cristo te ama» y ser racistas, elitistas o machistas. Es disonante que alguien que habla de amor, no ame.
Solo estaremos autorizados a decir esa frase cuando amemos. Entonces nuestro discurso y nuestra vida serán coherentes y tendremos credibilidad. No es posible que alguien se haga creyente si lo que proponemos no es creíble. Ahora, si decidimos amar (primero a Dios y luego a los demás), entramos en la vía de la responsabilidad y de la verdadera identidad. No tendremos que hacer cruzadas porque lo importante será la Cruz que redime.
No tendremos que evaluar o inquirir, porque Jesús no vino a enjuiciar sino a salvar. No tendremos que exigir normas porque los principios nos harán dinámicos. No viviremos en el error porque la luz de Cristo lo aclara todo. Seremos de verdad de Cristo y podremos decir a los demás: “Cristo te ama».