Sábado 17 de Diciembre de 2022 | Matutina para Mujeres | Las herederas

Las herederas

“¿Por qué debería desaparecer el nombre de nuestro padre de entre su clan solo porque no tuvo hijos varones? Dennos una porción de terreno entre el resto de nuestros parientes” (Núm. 27:4, NTV).

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste un sermón acerca de las hijas de Zelofehad? Aunque no hablamos mucho de ellas, Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa cambiaron el curso de la historia hebrea. Cuando Moisés estaba repartiendo la Tierra Prometida entre las tribus de Israel, estas valientes y sabias mujeres hicieron algo increíble: ¡reclamaron su heredad! Zelofehad, su padre, había fallecido sin tener hijos varones o hermanos que le sobrevivieran. Rechazando las convenciones y limitaciones de la época, estas mujeres visionarias se acercaron a Moisés para pedir algo extravagante e inaudito: que se les permitiera recibir la heredad de su padre.

Con su humildad característica, Moisés no decidió por sí mismo. Él no dijo: “¡Esto es un disparate; las mujeres no pueden ser herederas!” Sencillamente, le preguntó a Dios y recibió una respuesta categórica: “La petición de las hijas de Zelofehad es legítima. Así que dales una porción de terreno junto con los parientes de su padre. Asígnales la porción de terreno que se hubiera dado a su padre” (Núm. 27:7, NTV). Entonces, Moisés cambió la ley para beneficiar no solo a las hijas de Zelofehad, sino a todas las mujeres en circunstancias similares. ¡El valor de Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa se convirtió en una bendición para las generaciones venideras! Pero estas cinco mujeres no solo tuvieron coraje, sino también fe. Moisés repartió la Tierra Prometida antes de que tomaran posesión de ella. Aunque aún no se había peleado una sola batalla, estas mujeres creyeron que Dios cumpliría todas sus promesas y por fe reclamaron su parte del botín.

A veces dudamos de que las circunstancias puedan cambiar; pensamos que no vale la pena dar nuestra opinión. Las hijas de Zelofehad, inmersas en una sociedad patriarcal y grandemente influida por años de esclavitud, ciertamente podrían haber pensado de esta manera. Sin embargo, como lo dice Silvina Chemen en su artículo “The Daughters of Zelophehad”, ellas tuvieron “la perspicacia para ver esta omisión… [en la legislación vigente y] no dudaron en señalar la naturaleza injusta de su situación con total confianza y de respaldar su afirmación con argumentos convincentes”. El resultado de su valentía, tacto y fe fue un cambio en el curso de la historia.

Señor, no quiero limitar lo que tú puedes hacer en mi vida a las expectativas de mi cultura o de mi sociedad. Dame el coraje y la sabiduría para alzar mi voz y reclamar la herencia que es mía en Cristo.

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