¿A quién te pareces?
“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26, 27).
Mi esposo y yo tenemos una sola hija, el tesoro más grande de nuestras vidas. Cuando nació, los que la conocían por primera vez decían: “¡Oh! Ella se parece mucho a su papá”. Mientras crecía, otros decían: “¡Oh! Ella se parece mucho a su mamá”. Ahora que está grande, las opiniones se han dividido. Y tú, ¿a quién dicen que te pareces? Es casi seguro que la gente que conoce a tu familia empiece a buscar el parecido con ellos, y siempre habrá opiniones divididas. Pero ¿a quién realmente nos parecemos?
En la Biblia podemos encontrar algo muy interesante; nos dice que fuimos creados a imagen de Dios. En el principio dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”, pero agregó algo más: “Ejerza dominio […] sobre toda la tierra…” ¿Qué significa eso? Al crearte a su imagen, Dios lo hizo tanto en semejanza exterior, como en carácter. Te regaló la libertad de elegir y te dio una personalidad con la capacidad de pensar para tomar buenas decisiones, y la capacidad de actuar y ejercer así el dominio propio. Lamentablemente, existe un enemigo que quiere confundirte y hacerte perder de control, y así anular la imagen de Dios en tu vida.
La temperancia es un buen antídoto contra este intento malévolo de destrucción de imagen. La temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo malo, y a usar equilibradamente lo que es saludable. Te da la posibilidad de ejercer dominio sobre todos tus sentidos. Te ayuda a elegir las mejores comidas para alimentarte, los mejores videos para ver, los mejores libros y revistas para leer, los mejores amigos para compartir y los mejores hábitos que edificarán un carácter semejante al de Jesús.
Parecerse a papá o a mamá es lindo, pero ser creado a la imagen de Dios es espectacular. No dejes que nada se interponga entre la imagen de Dios y tú, ni te robe la oportunidad de vivir la vida abundante que Dios quiere para ti.
Me encanta saber que mi hija se parece a mí o a su papá, pero sobre todo me hace feliz saber que fue creada a imagen de Dios, al igual que tú. ¿Habrá un parecido más maravilloso?
Magaly