Monas al espacio
“Entonces Dios dijo: ‘Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animalessalvajes de la tierra y los animales pequeños que correnpor el suelo’ ” (Génesis 1:26, NTV).
En este día de la historia, en 1959, dos simios viajaron al espacio… y volvieron para contarlo. Bueno, en realidad no hablaron de ello pero, si hubiesen podido hablar, habrían tenido mucho para decir. Se llamaban Able y Baker. Eran dos hembras que pesaban medio kilo cada una: una era una mono rhesus y la otra era una mono araña. El vuelo duró solo quince minutos, pero fue suficiente para enviar a las monas a 80 kilómetros al espacio, a velocidades de hasta 16.000 kilómetros por hora. El cono de la cápsula se recuperó 90 minutos después, mientras flotaba en el mar frente a la isla Antigua, a 2.400 kilómetros de distancia.
Las monas permanecieron ingrávidas durante nueve minutos y fueron supervisadas durante todo el vuelo para controlar los latidos del corazón, la reacción muscular, la velocidad del pulso, la temperatura corporal y la frecuencia respiratoria. Un portavoz del Comando de Investigación y Desarrollo Médico del Ejército de los Estados Unidos dijo que las monas volvieron a la Tierra en perfecto estado. La investigación se llevó a cabo para determinar el efecto que el vuelo espacial podría tener en una persona. Sin embargo, los grupos defensores de los animales se quejaron de que enviar al espacio a Able y a Baker, y a los animales en general, era algo cruel.
Puede que tuvieran razón. Aunque un minucioso examen posterior al vuelo reveló que Able no había sufrido ningún efecto negativo por su viaje al espacio, unos días después murió por una reacción a la anestesia durante una cirugía para retirar un electrodo médico infectado. Su cuerpo se conservó y ahora se expone en el Museo del Aire y del Espacio del Instituto Smithsoniano. Baker sobrevivió a una operación similar y vivió saludablemente hasta los 27 años; luego, fue sepultada en los terrenos del Centro Espacial y de Cohetes de los Estados Unidos en Huntsville (Alabama).
Estados Unidos no fue el primer país en enviar animales al espacio. Entre 1957 y 1961, trece perros formaron parte de experimentos de vuelos espaciales realizados por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Uno de estos experimentos tuvo lugar el 3 de noviembre de 1957, cuando se envió a la órbita terrestre a una husky siberiana llamada Laika.
Lamentablemente, a los pocos días del vuelo, la perra murió. ¿Y tú qué opinas? ¿Deberían los animales ser puestos en órbita, disecados en clase de ciencias o expuestos en museos?