Isaac
“Poco después Isaac le dijo a Abraham: ‘¡Padre!’, ‘¿Qué quieres, hijo’, le contestó Abraham. ‘Mira’, dijo Isaac, ‘tenemos la leña y el fuego, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto’ ” (Génesis 22:7).
Obedecer es importante. Puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Por ejemplo, cuando tengas la edad para conducir un coche, obedecer las leyes de tránsito te evitará accidentes. Obedecer a Dios es todavía más importante. Si tienes padres que aman a Dios, la manera que obedeces a Dios es cuando los obedeces a ellos.
Isaac era obediente a sus padres, incluso cuando era un adolescente de 13 o 14 años. Entonces, Dios le pidió a su padre que subiera una montaña y que lo sacrificara. Abraham caminó junto a su hijo y dos siervos durante tres días hasta llegar al sitio indicado. Abraham no le dijo nada a su hijo de la extraña orden divina hasta que llegaron a la cumbre de la montaña. Allí, Isaac supo qué él era la ofrenda.
En ese momento Abraham tenía 114 años, mientras que Isaac era un jovencito y tenía toda la fuerza para salir corriendo y huir, pero no corrió. De hecho, estuvo dispuesto a levantarse de madrugada para ir a adorar, cargar la leña, ascender una alta montaña y después… aceptar la realidad de lo que le esperaba.
¿Cómo se habrán despedido padre e hijo? Imagina la escena de cómo Isaac ayudó a su papá a buscar las piedras para el altar, cómo lo habrán erigido y luego se habrá recostado sobre ese altar. Seguramente, muchas veces has escuchado esta historia y el énfasis de la obediencia de Abraham, que fue muy importante. Pero la historia está incompleta si no resaltamos la noble actitud del hijo obediente. Isaac, desde joven, era ya un campeón de la fe. Su obediencia le permitió tener éxito en decisiones que tomó a lo largo de su vida.
Hoy Dios no les pide a tus padres que te tomen como ofrenda para un sacrificio, pero Dios sí espera que tú los obedezcas. ¿Estás dispuesto a levantarte temprano el sábado en la mañana para asistir a la iglesia? ¿A ayudar a tus padres en las tareas del hogar? Después de todo, siempre que obedezcas, tú serás el más beneficiado.