El Apocalipsis, tras bambalinas
“La revelación que Dios hizo a Jesucristo, para que él mostrara a sus siervos lo que pronto ha de suceder” (Apoc. 1:1).
Leer el Apocalipsis es como escuchar al mesonero de un restaurante fino mencionando los especiales del día. Todos suenan exquisitos y deliciosos, sobre todo porque los nombres son en francés o italiano y uno no tiene idea de lo que está diciendo. Si pudieras husmear en la cocina, podrías ver a los mesoneros corriendo, balanceando bandejas llenas de platos en sus manos. En medio del vapor, verías a los cocineros rebanar y cortar ingredientes en juliana, esforzarse para mantener todo en orden, machacar y triturar… El Apocalipsis nos da un recorrido por “la cocina de Dios”, mostrándonos lo que sucede tras bambalinas en relación con la historia de este mundo.
Una clave para poder entender este asombroso libro es que, en el idioma griego antiguo en que fue escrito, la gramática es un poco complicada. Es bastante evidente que el griego no era la lengua materna del escritor. Y si Juan el revelador es, como la mayoría cree, el mismo Juan apóstol de Galilea escribiendo desde su exilio en una isla donde no tenía ninguna clase de acceso a ayuda editorial, los defectos que vemos en la utilización del idioma son entendibles.
Miremos, por ejemplo, los versículos 4 y 5 del capítulo 1:
“Yo, Juan, les escribo esta carta a las siete iglesias que están en la provincia de Asia. Gracia y paz a ustedes de aquel que es, que siempre era y que aún está por venir; y del Espíritu de siete aspectos que está delante de su trono; y de Jesucristo. Él es el testigo fiel de estas cosas, el primero en resucitar de los muertos y el gobernante de todos los reyes del mundo” (NVI).
En una sola oración, nos enteramos de quién es el autor (Juan), la audiencia original (los miembros de las siete iglesias, en lo que hoy es Turquía) y una serie de informaciones rápidas sobre Jesús. Esta riqueza de detalles se extiende por todo el libro. Luego, cuando se mira el libro en su conjunto, se pueden encontrar nuevos detalles que se perderían si solo se mirara de cerca.
El Apocalipsis fascina a los lectores tanto por su construcción como por su contenido. Está escrito en un intrincado patrón quiástico A-B-C-B-A. Aún hoy los eruditos continúan discutiendo cómo agrupar sus escenas y temas. Pero para el lector que lo lee en oración, el libro trata sobre el amor de Jesús.