Viernes 10 de Septiembre de 2021 | Matutina para Mujeres | Empatía y humildad

Viernes 10 de Septiembre de 2021 | Matutina para Mujeres | Empatía y humildad

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Empatía y humildad

“No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo” (Fil. 2:3).

La falta de empatía pone en guerra a muchos hombres y mujeres. Se entiende que la empatía es la capacidad de mostrar interés por los demás y de consolidar con ellos relaciones saludables. Quien no puede mostrar empatía, está centrado en sí mismo y piensa que todas las personas y las cosas deben girar en torno a sus deseos; cuando no lo logra, muestra su frustración siendo abiertamente hostil.

La humildad también es una virtud que nos acerca a los demás; significa negarnos a nuestros deseos personales a fin de complacer a las personas que amamos. La humildad puede llevarnos al sacrificio y a la abnegación, sin que nuestro yo se sienta ofendido. El mayor acto de humildad lo ejemplificó Jesús en la cruz del Calvario, cuando se negó a sí mismo para hacer la volun­tad de su Padre, a fin de salvar a la humanidad que no lo merecía. 

La guerra entre los sexos se erradicará definitivamente cuando las mu­jeres volvamos a nuestra esencia y seamos cada vez más femeninas (no solo feministas), y los hombres sean masculinos (no machistas). Nuestras diferen­cias no nos ponen en una posición antagónica; por el contrario, nos proveen la oportunidad para hacer y trascender juntos. 

Amiga, cuenta a los hombres de tu vida. Pueden ser tu padre, tu esposo, tu hijo, tu hermano, tu yerno, tu jefe, tu amigo… Evalúa la forma en que te rela­cionas con ellos. Si crees que han pisoteado tus derechos, lucha por defenderlos sin perder tu delicadeza ni tu dignidad. No te transformes en una vengadora to­mando sus mismas actitudes. Por el contra­rio, si tienes una relación en igualdad de condiciones con ellos, aprécialos, respétalos y ofréceles tus cualidades personales sin pretensiones de sobre­salir ni de mostrar superioridad. Acepta el liderazgo de hombres honestos, ecuánimes y equilibrados. Déjate conducir; te librarás de muchas tensiones y de mucho desgaste físico y emocional.

La lucha de hombres y mujeres no debe estar basada en la supremacía personal. Juntos podemos derrotar las injusticias, la desigualdad en el trato, el abuso, la discriminación y tantas otras cosas que nos impiden gozar la com­pañía mutua. Como dijo Kennedy: “Si no podemos poner fin a nuestras dife­rencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas”.

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