La última llave
“Cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33, RVC).
Hay cosas en la vida que no admiten un “casi”. Como bien lo dijo alguien: “Casi dulce es insípido, casi caliente es tibio, casi sano es enfermo, casi cristiano es… ¡mundano!” ¿Y “casi salvos”? “Casi, pero no totalmente salvos, no significa estar casi perdidos, sino totalmente perdidos” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 90).
La veracidad de estas palabras es ilustrada muy bien en la experiencia que vivió F. B. Meyer, uno de mis autores cristianos favoritos. Cuenta él que en un momento de su vida se dio cuenta de que su ministerio estaba languideciendo, y que su vida espiritual carecía de poder. Oró al respecto, pero no vio cambio alguno. ¿Por qué?
“El Señor me estaba pidiendo que le entregara todas las llaves de mi corazón –cuenta él–, pero yo estaba reservando una”. Los resultados de esa entrega incompleta eran evidentes en la falta de poder de su ministerio, y en una vida carente de gozo y paz.
Dice el relato que Meyer experimentó una gran lucha, pero al fin, “con un tremendo esfuerzo, le entregó [al Señor] la última llave. A partir de ese momento, su vida contó con un nuevo poder, y pudo conducir a muchos a los pies del Salvador” (Preludios para la oración, p. 160).
¿Cuándo se produjo la transformación? Fue después de que Meyer entregó al Señor “la última llave” cuando llegó a ser un poderoso predicador del evangelio de Jesucristo. Tan poderoso que Charles Spurgeon dijo acerca de él: “Meyer predica como si hubiera visto a Dios cara a cara”.
¿Tiene el Señor acceso libre a cada espacio de tu vida, o hay todavía algún “cuarto” con un letrero que dice PRIVADO? Dicho de otra manera, ¿le has entregado el manojo completo, o todavía te estás reservando la última llave; esa que da acceso a un rincón oculto de tu vida? Solamente tú puedes responder, pero una cosa es cierta, en la vida hay aspectos que no admiten un “casi”, y una de ellas es nuestra entrega al Señor: o somos de él totalmente, o no lo somos absolutamente. Es lo que Jesús dice en nuestro versículo para hoy: “Cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo”.
Señor Jesús, en este momento te entrego “la última llave”: la que te da pleno acceso a cada espacio de mi vida. Entra a mi corazón y desaloja de él todo lo que deshonra tu santo nombre. No quiero reservarme nada, porque en la cruz tú lo entregaste todo por mí.
!Qué lección tan hermosa!- Yo nunca había reflexionado así. Hay un himno que dice: » Si todo yo dejé por ti, ¿ qué dejas tú por mí?»
Alabado sea Dios por amarnos tanto correspondamosle de la misma manera dándole todo de nosotros