Confía en el proceso
“Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (Ecl. 3:1, NVI).
Si hay un personaje bíblico —por excelencia— que supo esperar y confiar en el proceso, fue David. Algunos comentadores bíblicos creen que David era un hijo ilegítimo (Sal. 51:5; 69:8). Si esto es cierto, podemos comprender por qué Isaí no lo llamó inmediatamente cuando Samuel le pidió que le presentara a sus hijos (1 Sam. 16:11). También entendemos la rivalidad de sus hermanos y sus palabras hirientes cuando David fue a llevarles provisiones durante la batalla contra los filisteos (17:28). Ilegítimo o no, queda claro que su familia no lo tenía en alta estima. ¡Imagina lo que este muchacho menospreciado habrá sentido cuando Samuel lo ungió como el futuro rey de Israel!
¿Qué sucedió inmediatamente después? Nada. David volvió a apacentar ovejas. En una película de Hollywood, David hubiera ascendido al trono ese mismo día. Habría una gran batalla y David ganaría (pese a su completa ignorancia en las artes de guerra). Luego, la cámara haría un primer plano de este muchachito rubio, llevando una corona que le queda un tanto grande, pero sonriente y seguro de sí mismo. Después, simplemente aparecerían los títulos. No habría años de espera e incertidumbre, sino una trama clara, lineal y progresiva. En la vida real, sin embargo, David esperó cerca de quince años. Desde el momento en que el aceite se escurrió por su cabeza hasta el momento en que se sentó en el trono, ¡pasaron quince años! Respira profundo; siente el peso emocional de esta demora. David esperó 5.475 amaneceres, mientras Saúl lo perseguía como a un perro.
Lo realmente extraordinario acerca de David es que no tomó el asunto en sus manos. Pudiendo matar a Saúl, no lo hizo. Tampoco se amargó, sino que confió en que Dios, a su debido tiempo, cumpliría sus promesas. A veces nos enfocamos tanto en la meta que nos olvidamos del proceso. Sin embargo, Dios usó cada uno de esos 5.475 días para entrenar a David. Al matar a un león o a un oso, se preparó para Goliat. Al tocar el arpa para Saúl, se acostumbró a la vida de la corte. Al huir con una banda de forajidos, se entrenó para la batalla y para liderar. ¡No desesperes!
Confía en el proceso. No estarás para siempre en esta etapa ni en este escalón. Sé fiel, y aprende tanto como puedas. A su debido tiempo, Dios te dará lo que ha prometido.
Señor, ayúdame a confiar en el proceso y a disfrutar al máximo la etapa en que me encuentro. Tú eres fiel. Tú terminas todo lo que empiezas.
Qué bella devocional de la mujer. Amén.