Muy grande
“Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16).
El texto de hoy fue un himno cantado por la iglesia primitiva.
1-Encarnado: Antes, en visiones por los profetas; ahora, revelado en persona, manifestado en la carne, visible, palpable, cercano, íntimo, cerca de Dios y cerca de los pecadores.
2-Vindicado: Es decir, justificado.
3-Testificado: Los ángeles testificaron de su divinidad.
4-Predicado: A todos los pueblos, hasta lo último de la Tierra.
5-Creído: Jesús les predicó a todos y fue creído por muchos.
6-Recibido: Resucitar y ascender al cielo fue el triunfo definitivo de la misión redentora. Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, se encarnó, fue reivindicado por el Espíritu, fue ayudado por los ángeles, fue anunciado a todos los pueblos, fue creído en todo el mundo. Y hay más. Después de morir, resucitar y ascender al cielo, de donde había venido, Dios lo recibió reconociendo el cumplimiento total de su misión y celebrando su victoria definitiva sobre el pecado, otorgándole toda la gloria.
Enir tiene 71 años de edad y 43 de adventista. Ella moviliza a su iglesia a la acción misionera, incluida ella misma. Se levanta todos los días a las 4 de la mañana, hace su culto devocional y los trabajos de la casa hasta las 13. Luego sale hasta la noche, todos los días, para dar estudios bíblicos. En toda su vida ya ha llevado a más de dos mil personas a Cristo y a la iglesia a través del bautismo. Ella dice: “Vamos a salir de la ociosidad y la comodidad porque Jesús está más ansioso por volver que nosotros por verlo regresar”.
El Cristo encarnado sigue siendo vindicado, testificado, predicado, creído en todo el mundo. Como Enir, podemos y debemos ser instrumentos que revelen a otros este maravilloso misterio.
Por eso, Elena de White nos motiva: “¿Por qué nuestros labios guardan silencio acerca del tema de la justicia de Cristo y su amor por el mundo? ¿Por qué no damos a la gente lo que le dará nueva vida?” (Mensajes selectos, t. 3, p. 209).